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La Ruta Turca. De Catania… a Catania. 07JUL2019 (Merkel in memoriam…)

Pues mira que iba a escribir un blog de esos emotivos, rememorando todas las vivencias que hemos pasado “LaMerkel” y yo… Pero… ¿qué quieres que te diga? ¿Va a servir de algo que nos pongamos bobalicones? Pues no. Lo que hay que hacer en esta vida es afrontar las cosas que te vienen, lamentándose lo mínimo y seguir luchando para disfrutar. Así que nada de lloriqueos.

Pero pongamos a los lectores que no me siguen en otras redes sociales (o los que lo lean en el futuro) en antecedentes: la pasada noche me robaron la moto en Catania. Oh, sí. Todos tenemos amigos a los que le han robado la moto y sabemos lo que se siente cuando ves el candado destrozado en el suelo de la acera. Y un cuerno. No os lo podéis ni imaginar. Y eso que yo venía concienciado desde que salí del hotel, porque Belén lo había notado desde la ventana mientras desayunábamos.

Es curioso cómo la memoria se retroactiva cuando ha pasado algo. Quizá si no me la hubieran robado, no recordaría la cantidad de cosas que recuerdo de esa noche. La mala gente de los alrededores, el comprobar si estaba el candado,… cientos de detalles que no servirán para nada.

¿Y ahora qué? Pues… ¿qué va a ser? En que te roben o no la moto, poco puedes decidir. Pero en lo que sí puedes tomar decisiones es en lo que quieres que te afecte. Podría seguir cabreado, refunfuñando mientras intento que repatríen la moto de Belén y que nos repatríen a nosotros en un avión, dando por concluido el viaje y las vacaciones. Pero también podría buscar soluciones a llevar el equipaje de los dos en la GS de Belén y seguir viaje. ¿Vosotros qué haríais? Nosotros lo tuvimos claro desde el primer momento.

Nos hemos quedado un día en Catania por si tuviéramos la suerte de que apareciera. Hemos dado 1000 vueltas por los alrededores (y no tan alrededores) esperando el milagro… pero en unas pocas horas ya hemos decidido que mañana compramos unas maletas a la moto de Belén (aprovechando que lleva ya los anclajes, no creo que resulte muy complicado) y tema equipaje solucionado. Pillando mañana autopistas y sin hacer mucho turismo, podremos recuperar el día perdido (el martes por la noche tenemos ferry pagado a Albania).

Así que… gracias por todo, Sra. Merkel. Al parecer Salvini (o la mafia siciliana) ha podido con usted.

Nota: para los que no lo sepáis, desde que la tengo hace ahora 4 años y 10 meses la moto se llama “La Merkel”: alemana, gorda y tetas caídas. ¿Se podía llamar de otra forma?

La Ruta Turca. De Caltagirone a Catania. 06JUL2019

A ver, que hoy había más cosas para estar contento que para estar agobiado: Hemos visto varios pueblos de tres estrellas, hemos comido a la orilla del mar, hemos disfrutado de un Nestea casi helado que recordaré en años,… Pero mira, me he cruzado a mitad de tarde, vaya usted a saber por qué. Y eso que Belén ha intentado animarme, pero no he estado a la altura de las circunstancias. Supongo que algo de calor he pasado. Y medio deshidratado que estaba…

Hoy el día ha transcurrido por Ragusa***, un pueblo espectacular donde su zona baja quedó devastada por un terremoto, y les dio por restaurarlo. Lo que impresiona es la cantidad enorme de casitas, tejaditos, callejuelas y placitas que hay, a todo lo que te da la vista. No se acaban nunca. Y todo eso lleno de escalones. Nos estamos haciendo adictos a las escalinatas.

El segundo punto de visita era Marzamemi**, un pequeño puerto pesquero atunero que tiene una plaza de lo más coqueta y tranquila, a pesar de los múltiples restaurantes que tiene. Creo que está más pensado para la noche que para el mediodía, pero hemos disfrutado de su Nestea halado que hemos conseguido in extremis porque cerraban el súper, y de una comida ligera a pie de mar Mediterráneo.

Noto*** ya me la esperaba monumental, pero me ha sorprendido aún así. Si vas por la calle central, durante centenares de metros no paras de encontrarte iglesias, catedrales, palacios, teatros,…. Un despilfarre de barroco! Un pueblo para disfrutar a pesar del calor que seguía haciendo. Y allí es donde me he comenzado a cruzar.

Y llegué cruzado a Siracusa y su casco antiguo que ocupa una isla. Ni los waterpoleros en piragua, ni las múltiples bodas, ni Belén intentando que comiéramos y bebiéramos algo me han sacado de este estado de pesimismo que no me merezco. Solo me hacía falta echar una mirada a mi alrededor, a pesar de que nuestro hotel en Catania no era el que elegimos en un primer (ni en un segundo) momento… cosas de booking y de overbooking… Pero no está mal. Digo que miro a mi alrededor, veo las fotos del espléndido día de hoy, veo a Belén disfrutando de unas merecidas vacaciones, miro el calendario y veo que aún nos quedan más de veintipico días de viaje… Y qué más quiero??? Se acabaron los días cruzados. Lo prometo.

La Ruta Turca. De Palermo a Caltagirone. 05JUL2019

Sin querer dar lecciones de economía que no puedo dar, el coste de oportunidad va sobre de lo que renuncias cuando haces una elección. Porque muchas veces no puedes hacer dos cosas a la vez. A su vez, el valor intangible de las cosas se refiere al valor incuantificable de dicha cosa. Pues bien, hoy hemos tenido que utilizar la economía aplicada en unas cuantas ocasiones. Pero vamos por partes.

Ayer el paseo nocturno por Palermo*** fue de lo mejorcito de lo que llevamos de viaje. Cena ligera de ensaladas mediterráneas, paseo por calles muy animadas, y el descubrimiento de la Catedral de Palermo. Y mira que el mes pasado la dibujé para mi serie de #undibujoaldía, con lo que me había tenido que empapar de sus detalles pero… en directo es simplemente espectacular. Recargada pero no en exceso -o quizá sí-, con múltiples elementos dispuestos con armonía pero con una chispa de locura: torres, cúpulas, más torres, almenas redondeadas… Un desparrame de detalles.

Y hoy, a pesar de que habíamos añadido un par o tres cosas más de última hora, la cosa es que no estaban los astros favorables. Al salir de Palermo lo hicimos por la Porta Nuova, que queríamos ver. Bueno, curiosa cuanto menos por las cuatro estatuas que la flanquean. Toda bastante negruzca, cosa que hace que no desentone del resto de la ciudad.

Y el siguiente punto era el puerto atunero de Scopello. Al acercarnos ya me olía yo el fracaso. Carreterita estrecha, y coches en fila… Al final, no había más remedio que parquing de 3€ y bajada al puertecito-playita andando por un camino de tierra. Y ahí entra el coste de oportunidad: Si no nos paramos me pierdo la vista del puertecito que parecía chulo en las fotos, pero si paro pierdo 3€, casi una hora de tiempo y un valor intangible de salud por tener que hacer el paseito en ropa de moto durante una hora… Al final decidimos que nada de Scopello. 0 de 1.

Habíamos añadido también unas ruinas que pillaban de paso, el templo de Segesta. Pero cuando llegamos, nos dicen que debemos dejar las motos en un parquing a 1 kilómetro y coger los autobuses lanzadera. Todo para ver un templo que no estaba previsto, con la cantidad de piedras que ya hemos visto y tenemos previsto ver en los próximos días… Coste de oportunidad de nuevo… y no, a mí no me vale la pena verlo perdiendo una hora o más de vida. Al final, nada de Segesta. 0 de 2.

Otra de las cosas añadidas a última hora esta mañana era un castillo encantado en Sciacca, donde un tipo le dio por esculpir nosecuantas cabezas sin tener mucha idea. Llegamos al pueblo, y después de comer algo de fruta, nos pusimos a buscar el castillo de marras. Y nada, que no. Una búsqueda más exhaustiva en Google nos hace ver que hay que comprar una entrada combinada con un par de museos más de la ciudad, con lo que… nada de castillo encantado. 0 de 3.

A pocos kilómetros se encuentra la Scala dei Turchi**, una formación rocosa blanquecina que forma una especie de gradas que acaban en una playa. En lugar de bajar a la playa, decidimos hacerle fotos desde arriba. No me digas por qué. Supongo que el calor tendrá algo que ver. 1/2 de 4.

Y ya que habíamos tenido poco éxito, nos ha dado por improvisar intentando visitar unos templos romanos cerca de Agrigento que se veían estupendos desde la carretera. El Valle dei Templi, le llaman. Ya que teníamos tiempo, nos hemos desviado y al entrar en el parking para comprar la entrada… pues que estaban haciendo un spot para Dolce & Gavanna y hoy estaba cerrado todo el complejo arqueológico. Una vez que decidimos gastar tiempo y dinero en un bien intangible, nos damos de bruces con el marketing. “Es el mercado, amigo”; que diría aquel. Resultado definitivo: 1/2 de 5.

Pero lo que nos quedamos es con el valor intangible de las vivencias, como disfrutar de una vista casi aérea de Castellamare del Golfo, saborear unas nectarinas que han salido casi gratis cuando Belén se ha encontrado 2€ en el parking, o disfrutar de la brisa a escasos metros de un mar verde turquesa mientras descansábamos nuestras maltrechas posaderas de tanta moto.

Hoy en Caltagirone, veremos seguro una escalinata que nos va a encantar. Este punto lo añadí a mi lista cuando pasó por aquí el Giro del 2018. Para que veáis que el deporte no está reñido con la cultura.

La Ruta Turca. De Nicolosi a Palermo. 04JUL2019

Despertarte, hacer la maleta, desayunar, programar el GPS, pagar la habitación, cargar las motos, conducir, fotografiar, grabar, beber, conducir, fotografiar, beber, poner gasolina, más conducir, llegar al hotel, ducharse, hacer el dibujo, escribir la crónica, salir a cenar,…

Esperas durante once meses un viaje para salir de tus rutinas,… y no te das cuenta y al tercer día ya estableces tus nuevas rutinas de viaje. Son las paradojas de los seres humanos. Pero aún así, cada día es diferente, al menos en los detalles. Porque lo esencial es invisible a los ojos.

Hemos rodeado el Etna por el sur, y nos ha dejado ver sus penachos humeantes e imponentes. No he dejado de pensar en su hermano de Stromboli, una pequeña isla cercana. No vaya a ser que entren en armonía y le dé por escupir fuego… Pero no. Al menos hoy, solamente vomitaba humo.

Y por delante nuestro, más de 170 kilómetros de curvas. Muestrario de curvas, diría. Unas carreteras muy aceptables y muy divertidas. Pero creo que hoy he muerto de éxito. Que me he cansado de curvas, vamos. El sol aprieta pero no ahoga, al menos es un calor seco, pero todo el día rascando los 35ºC… y eso no acompaña mucho en la diversión curvera.

En cuanto a pueblos, dos a destacar. Petralia Soprana** es, en palabras de Belén “una especie de Aínsa”. Y eso es un gran elogio. Pueblecito encaramado en el risco, con casitas de piedra, algunos palacetes y un par de iglesias muy chulas. Ahí hemos comprado un pan lo más rústico posible, que luego hemos acompañado con una lata de sardinas. El menú de hoy.

Y las curvas siguen y siguen, y yo esperando ansiosamente llegar a la costa para notar algo de la brisa marina. Una brisa y una costa que no llegaban nunca. Hasta que llegaron y nos encontramos con el mar Tirreno de bruces. En Cefalú***, nada menos. Una pequeña población costera, muy turística, llena de tiendas de souvenirs en su parte vieja, pero que no me ha dado sensación de agobio. Su duomo ha aparecido de pronto, y la verdad es que para mí ha sido lo mejor del día. Porque el helado de pistacho… como que no, si lo comparamos con el granitta de ayer. Pero el azul Del Mar y la brisa marina… eso sí que ha valido la pena.

Y finalmente setenta kilómetros de costa para llegar a Palermo, donde dormimos hoy. El tráfico se ha hecho… digamos que caótico por ser suave. Las líneas de las avenidas sirven de poco -de hecho ni se ven-, los coches adelantan por el arcén, en las rotondas tiene preferencia el que primero dispare. Lo normal para Sicilia, supongo. Y como tenemos muchas cosas que ver en la ciudad, y no queríamos dejar la crónica para después, os contaré cómo es en la crónica de mañana. Al menos lo esencial que sea visible a mis ojos.

La Ruta Turca. De Vibo Marina a Nicolosi. 03JUL2019

Cornettos. Eso desayunamos todos los días. Es lo que te ponen en los bed and breakfast. Pero tranquilos. No son helados. Son croissants. Y encima puedes elegir sabores: sin nada, con chocolate o Nutella, con mermelada… un poco más y el primer día se lo pido de ron con pasas.

La costa sur de Italia es turística años setenta. Suciedad en las calles, apartamentos roñosos, hoteles venidos a menos,… pero con ese encanto italiano por lo ruinoso. La carretera de la costa va saltando de pueblo en pueblo hasta llegar a Tropea**. Muy turístico, con playas cuidadas llenas de gente y el atractivo de sus edificios colgados en delicado equilibrio sobre ellas. Nos ha costado encontrar la foto buena. Y la verdad es que no sé si la hemos encontrado.

Había alguna carretera cortada que nos ha obligado a coger nuevamente estrechos caminos asfaltados con pendientes muy pronunciadas, cruces imposibles y tornantis traicioneros. Justo en una conjunción de todos esos elementos Belén la ha liado parda: se ha quedado en medio obstaculizando a los que bajaban, a los que subían o a los que salían de al lado. Porque estábamos solos y de pronto han salido coches de debajo de las piedras. Al final Belén ha solventado el problema de una manera muy profesional, meciéndose con su BMW por donde prácticamente no había. Cómo va aprendiendo!

Luego hemos seguido hasta Scilla**, otro lugar turístico pero con algo más de glamour. Lo fundamental de esta parada era ver el castillo que se adentraba en un risco sobre un Mediterráneo de un azul y verde turquesa que lo flipas.

Vamos a ver, señores italianos: con lo setenteros que sois, cómo se os ocurre poner la cola del ferry directamente para embarcar, suponiendo que todo quisque ha comprado los billetes OnLine? Porque la cosa es que nos hemos puesto en la fila, y cuando arrancaban para entrar en el barco nos han avisado que teníamos que comprar los billetes en el edificio que nos hayamos dejado atrás. La hemos liado parda otra vez retrocediendo. Pero al final hemos llegado al barco.

Mesina estaba colapsada a mediodía. Nos ha costado salir. De hecho toda la costa siciliana que hemos recorrido estaba colapsada. Y con un calor húmedo de esos que te agarra y no te suelta. Hasta que hemos ascendido hasta Savoca**, donde se encuentra el bar Vitelli, que hizo famoso la película de El Padrino. Pero lo mejor del bar era sin duda su granitta de pistacchio, simplemente espectacular y más tomada en la terraza del Vitelli, casi a solas hasta que han llegado las hordas de turistas en autocares. Hemos huído de ahí como hemos podido, por una carreterita aún más estrecha que la de esta mañana, pero realmente espectacular.

De vuelta a la costa y sus atascos, el GPS ha decidido que hagamos unos kilómetros de pista para evitarlos, con vadeo de río incluido! La nota aventurera del día. Y así hemos subido hasta los 1900 metros del refugio del Etna, que rezumaba fumar olas por su cono volcánico. Espectacular la grandeza del volcán, justo el día que José Antonio Tejera (gracias!) me avisa que el volcán Stromboli -situado en una isla a unos 140 kilómetros de aquí- ha entrado en violenta erupción… Toquemos madera, porque ahora mismo estamos en Nicolosi, en la falda del Etna, a escasos 18 kilómetros de su cráter… Pero… La aventura es la aventura. Y mañana el cornetto volverá a ser de Nutella.

La Ruta Turca. De Potenza a Vibo Marina. 02JUL2019

Experto en urbanismo, en impuestos municipales, en instalaciones para minusválidos, en genealogía hispánica. Masajista ayurvédico, osteópata, hotelero del año, experto cafetero y codeándose con ministros. Así es Roberto, el dueño de nuestro hotel. Chileno nacido en la Isla de Pascua, pero italiano por los cuatro costados. Del Real Madrid, con aversión moderada a todo lo que sea blaugrana, y odio desmedido a todo lo argentino, llámese Messi o Papa Francisco. Así es Roberto. Un gran tipo.

En lo turístico la cosa hoy ha ido de pueblecitos encaramados a los riscos. El primero de ellos Castelmezzano***, y la primera grata sorpresa, ya que es mucho mejor al natural que en las fotos que había podido ver. En la falda de una montaña imposible, coronada por rocas de granito. Toma ya. Y a un par de kilómetros en línea recta, pero a más de quince por la estrechísima carretera de montaña se encuentra Pietrapertosa**. Posiblemente perdió la ventaja de ser el primero, o posiblemente tenía un punto menos de espectacularidad, pero se queda claramente en segunda posición. Pero lo que sí nos dejó boquiabiertos fueron las enormes vacas de extremadamente largos cuernos que ocupaban toda la minúscula carretera. Menos mal que tenían ellas más miedo que nosotros.

Siguiendo esos caminos rurales semiasfaltados llegamos a Corleto Perticara*, cerca de una explotación energética de Total, diría que de gas. Los tejados se disponen milimétricamente uno encima de otro, desparramándose nuevamente por la ladera de la montaña. Quizá el único prescindible del día.

Y después, autopista hasta la joya del día, Morano Cálabro***. Con sus colores grisáceos mortecinos ocupaba toda la vista desde abajo. Coronado con alguna iglesia y un derruido castillo, el paseo por sus estrechísimas callejuelas, escaleras, rampas y callejones imposibles que habrían encandilado al mismísimo Escher ha sido sin duda excepcional.

Y por último vuelta a la autopista sufriendo unos 39.5ºC, de momento el récord del viaje. Afortunadamente llegando a la costa ha bajado la temperatura bruscamente casi diez grados, quedándose en unos soportables 30ºC que con nuestro chaleco refrigerante Alpinestars se llevan divinamente.

Hoy dormimos en Vibo Marina -sin estrellas- que a priori nos parecía un lugar de costa turístico y que una vez visto se queda solamente en… un lugar. Mañana más.

La Ruta Turca. De Zungoli a Potenza. 01JUL2019

Nos dio la mano efusivamente cuando llegamos al restaurante. Sin duda era el dueño. A pesar de haber sobrepasado ampliamente la edad de jubilación, ahí estaba al pie del cañón una vez más. Al rato, vino a tomarnos nota.

— Quiero eso de ahí —dijo Belén señalando una apetitosa cazuela llena de mejillones y almejas tapada con masa de pizza que acababan de servir en la mesa de al lado.

—¡Ahh!— asintió el viejo Giuseppe. No sé si se llamaba Giuseppe, pero por qué no? Pues Giuseppe comenzó a navegar por la carta, página arriba, página abajo, buscando dicho plato. Pero que nos daba igual cómo se llamaba, queríamos ese. Y siguió buscando, dando la sensación que no sabía mucho de su propia carta. Pero no dejaba de tener una sonrisa en la boca.

—L’antipasti mixta di vongole e cozze —dijo finalmente con cara satisfecha.

—Pues eso —dije. —Y de segundo, esta pizza —dije señalando con el dedo una de sus pizzas del apartado de pizzas especiales de la dichosa carta.

Ma questa non é una pizza— dijo. Leches, pero si está en la página de las pizzas. —Ma tranquilo, la facchiamo en pizza.

La verdad es que lo que trajeron luego a la mesa ni era una pizza -era un calzone- ni tenía la rúcula y el parmigiano que ponía en la carta. Pero vale, estaba buena.

Y si tenemos en cuenta que luego nos cobró dos veces el servizio de dos personas, podríamos decir que la cena fue un desastre. Pero nada más lejos de la realidad. El trato servicial de Giuseppe y la calidad de los productos fue lo que me queda en la memoria. Y al viejo sentado en su pequeña mesa de despacho, repasando una y otra vez esa carta que posiblemente comience a disiparse ya de la suya.

Esta mañana hemos comenzado nuevamente la ruta, que discurría casi en su totalidad por carreteritas venidas a menos, con esas que tienen mil y una cicatrices. Pero cicatrices gordas gordas. Infinidad de colinas tapizadas de dorados campos de cereal nos rodean durante toda la mañana. Bovino ha sido el primer pueblo. No estaba en los planes, pero ha resultado de los más agradables para pasear, con sus paredes encaladas y su intrincado callejero. Tan intrincado que el agradable paseo casi se ha convertido en una verdadera scape room. Mientras buscábamos la salida del pueblo, los más viejos del lugar nos miraban descaradamente al pasar, supongo que por nuestra pinta de astronautas.

En Calitri había depositado todas mis esperanzas, pero finalmente la vista del pueblo ha sido infinita mente mejor desde lejos que desde dentro. El pueblo, muy caluroso y desierto, no nos ha enseñado gran cosa, a excepción de una fuente en las afueras para refrescarnos.

Venosa, tras la comida a pie de carretera, ha servido para ver el imponente Castillo Aragonés -tengo que buscar por qué se llama así- y para tomarnos un pedazo de helado italiano -claro- de los que quitan el sentido y dan mucha sed.

Y el último pueblo del día ha sido Acerenza, que aparecía en el risco muy altanero y orgulloso. Por dentro no estaba mal, pero no supera, a mi entender, a Bovino.

Y finalmente el hotel en Potenza. Habitación moderna y acogedora, pero barrio aparentemente complicado. De hecho estoy esperando que comience la redada en cualquier momento.

La Ruta Turca. De Roma a Zungoli. 30JUN2019.

…Y comenzó el viaje. A alguno le sorprenderá lo curvada que puede ser la distancia entre dos puntos. Me refiero a que sí, que la ruta nos llevará a Turquía pero antes daremos unos cuantos rodeos. Y el primero comienza hoy.

Desde Civitavecchia ayer fuimos a Roma, y paseamos por los lugares más emblemáticos, ampliamente conocidos y repetidos en múltiples de nuestros viajes. Es el placer de repetir lugares sin presión por verlo todo en un tiempo limitado: esta vez vimos lo que más nos interesaba. La Fontana di Trevi, el templo de Adriano, el Panteón, la piazza Navona… Y esta mañana, paseo para saludar al Coliseo. Y ya. Arrivederci Roma.

Autopista hasta Nápoles, que no hay tiempo que perder. Quizá sea la última autopista que pillemos hasta dentro de semanas. La cosa era llegar a Pompeya a una hora decente, verla pausadamente y poder seguir ruta. Pompeya siempre impresiona. Cantidad de calles y callejuelas, templos y casas humildes, palacios, lupanares, anfiteatros… Si quitas a todos los chinos, te parecería estar en la antigua Roma. Y siempre con su majestad el Vesubio omnipresente, como recordándote lo efímera que es la vida… Pompeya, siempre recomendable.

Encontrar un supermercado abierto en Italia un domingo al mediodía es tarea casi imposible. Pero lo logramos. Nos apetecía comer fruta, y así lo hicimos, en una pequeña placita arbolada donde poder refugiarnos del solazo que seguía pegando. Refrescante y ligero. Porque las cenas en Italia van en contra de mi control de peso. Ya verás cuando le vuelva a dar a los pedales el mes que viene… miedo me da!

Y llegamos por carreteras secundarias, de un asfalto más que dudoso (sí, más que dudoso diría inexistente: ¡menuda sarta de baches uno tras otro nos hemos comido!), llegamos a Zungoli, uno de los pueblos más bellos de Italia, como así consta en la entrada. Luego lo comprobaremos.

Y no me extiendo más, que si no, la cosa se alarga y no me leéis. Hasta mañana!

En Busca del Parmigiano. Italia, Enero 2019

Comenzamos el año viajando hasta el norte de Italia. Es un país que nos encanta, tanto por sus paisajes variados, sus ciudades monumentales y por supuesto su comida. Este es el diario de viaje pormenorizado.

Martes, 01ENE2019. Salimos de Terrassa con buen tiempo y nos pegamos una buena kilometrada, aguantando a base de sopas de tomate de las máquinas de las áreas de servicio francesas (todo un invento, a ver si se importa…).

Llegamos a GORDES*** en busca urgente de un lavabo. Tras una mini visita al pueblo (que ya visitamos como Dios manda hace tres años) tomamos un café con leche y un chocolate a precio de oro para poder usar el baño del Cercle Republicain.

Gordes

Se hace de noche y comienza el frío. No lo hace (9ºC), pero lo tenemos, vete a saber por qué. Dejamos de ver algún pueblo que teníamos programado y volvemos nuevamente a la autopista.

Llegamos a NIZA**, a un hotel sin vistas, el Best Western So’Co by Happyculture. Al menos su habitación de la planta baja 007. Por lo menos tiene un número sugerente. Buscamos restaurante pero es tan tarde que acabamos en un KFC donde hay que hacer un máster para poder sacar una Pepsi de la máquina.

Miércoles 02ENE2019. Amanece un día radiante. Aunque casi no lo podemos apreciar desde la ventana. Visitamos la iglesia ortodoxa rusa de Niza, donde están oficiando misa. Bonitas y coloridas cúpulas.

Niza

Salimos de la ciudad por el Col d’Èze, que nos enseña vistas de pájaro sobre Mónaco. Después, por carreterillas de curvas, pasamos cerca de SAORGE (apuntar para próximo viaje) y llegamos al Col de Tende, donde hablamos con un ex-motero italiano de 70 años muy bien llevados.

Ya en Italia, rodeados de blancos Alpes y con nieve en los arcenes, llegamos a SALUZZO**, donde a pesar de ser casi las dos y media de la tarde, conseguimos comer pollo con patatas y una Coca Cola artesana en el Baladin Cafe, un restaurante decorado con desnudos de los años 20. Luego damos un paseo por las callejuelas repletas de casonas de colores desconchados, al más puro estilo italiano.

A pocos kilómetros tenemos la Abbadia de STAFFARDA** que se recorta sobre las montañas nevadas. Sacamos a volar el drone, que ya era hora.

Staffarda

Queda 1 hora de luz y estamos a 80 kilómetros de SACCRA DI ST. MICHELLE***, edificio en lo alto del monte que recuerda mucho a la abadía de El Nombre De la Rosa (de hecho la novela se inspira en él). Llegamos casi a oscuras y sin gasolina en la moto de Belén (quedarme yo sin gasolina en la Adventure sería un pecado!). Espectaculares vistas del valle desde lo alto.

Ponemos gasolina a 1,7€ el litro, la más cara de la zona y finalmente llegamos a TORINO***. Andamos 2,5km hasta el centro por zonas de poco recomendable paseo. Vemos la puerta romana, la catedral y la Piazza del Castillo. Cenamos en el Restaurante della Ópera unos tagliatelle alle vongole con espinacas y una pizza vegetal. Café solo como postre. Volvemos al hotel por un recorrido más recomendable.

Jueves 03ENE2019. Espectaculares los Alpes desde la ventana del hotel. Está en el 6º piso del hotel President. El desayuno posiblemente es el más desastroso de los que hemos hecho en los últimos 8 años, sin prácticamente nada que comer y con colas interminables para el café. Además, un pobre señor posiblemente con Alzheimer iba deambulando entre las mesas sin un rumbo fijo.

En VIGEVANO*** recorremos la calle cubierta y luego descubrimos una de las plazas más bonitas de Italia, con su iglesia de fachada cóncava y los laterales de toda la plaza pintados. La torre de ladrillo, también espectacular.

Vigevano

En PAVIA** aparcamos frente al puente de ladrillo. La catedral es posiblemente de las más extrañas que hemos visto, de ladrillo con falta de recubrimiento y posiblemente inacabada. Además, la torre del campanario cayó hace unas décadas. Un sinfín de cúpulas y arbotantes rematados en cemento daban sensación de mal acabada. Pero tiene su encanto. Lo mejor, las torres medievales, sorprendentemente altas y esbeltas. La Piazza Vittoria es acogedora. Allí comemos en el restaurante de un ferviente seguidor de la Juventus, de Rossi y de otros muchos deportes, que exhibía camisetas firmadas y otros trofeos de tifossi. Sopa de legumbres y una pizza caprichosa.

LODI** presenta una plaza con el frontal de la catedral y la torre del reloj muy interesantes sobre todo con las últimas luces del atardecer. Decidimos saltarnos CREMA para ir directamente a CREMONA.

La Piazza del Comune de CREMONA*** es sencillamente impresionante, con el Torrazo, el Baptisterio y la Catedral. Sthendalazo. El interior de la catedral está completamente cubierto de frescos.

Cremona

Ya de noche, a -3ºC llegamos a PARMA***. El hotel Ibis Styles Toscanini y su «edificio independiente» nos hace aparcar 2 veces, ya que se encuentra a más de 500 metros de la recepción. Y además nos costó aparcar porque todos los sitios de la zona están reservados a residentes. Al final encontramos un hueco. Muertos de frío, nos costó hasta poder abrir la puerta de fuera. Si hubiera tenido que volver a la recepción, 500 metros más atrás, mato a alguien.

Cenamos en la Trattoria del Tribunale alcachofas a la romana (que no son rebozadas), tagliatelle a la trufa y risotto al parmegiano, todo regado con lambrusco. Muy típico todo. Luego, con frío extremo, vimos el baptisterio y la catedral, débilmente iluminadas.

Viernes, 04ENE2019. Salimos tarde de Parma, esperando que se caldee un poco el ambiente. -4ºC en el termómetro. Tras desayunar en el McDonald’s (recurso a tener siempre a punto), cogemos 95 kilómetros de autopista hasta la costa. Muchas curvas, algunos tramos húmedos y bastante sal.

El primer pueblo, LERICI* no es nada del otro mundo, pero la temperatura agradable, el sol y la acogedora playita nos supo a gloria. Luego, atasco pasando por LA SPEZIA* para llegar a PORTOVENERE***, con sus estrechísimos edificios pintados de todos los colores pastel posible.

Portovenere

Desde allí, casi 90 kilómetros de curvas por el interior, saltándonos las 5 famosas poblaciones de las Cinque Terre que ya visitamos en otro viaje. Casi me mareo. En SESTRI LEVANTE** comemos un kebab y paseamos por la calle central del barrio antiguo, que parecía La Roca Village. Nos tomamos un nocciolato, café con nata y crema de avellanas en un bar motero, y contemplamos el atardecer en la bahía del silencio.

Nos vamos del tirón hasta GÉNOVA** ya que ha oscurecido y poco más podíamos ver. De todas formas, el ocaso sobre la bahía era espectacular. En Génova estamos en el céntrico hotel Best Western Metrópoli. No hay lugar para dejar las motos, así que tenemos que andar un trecho. Paseamos bajo la bóveda de luces de Navidad de la Piazza de Ferrari y comemos ravioli y lasagna al pesto con un tiramisú desestructurado en el Ristorante Il Balcone.

Génova

Sábado, 05ENE2019. Toca día largo de moto. Más de 700 kilómetros de autopista para iniciar el regreso a casa. Después del desayuno completo en el hotel (por 5€, muy recomendable), intentamos salir de Génova sin acordarnos de que hace unos meses cayó el puente de la autopista, y nuestro GPS se empecinaba en cruzarlo. Impresiona ver lo que queda del puente, custodiado por militares.

Cogemos todos los atascos posibles hasta SAVONA*, donde no merece la pena parar y seguimos de largo tras poner gasolina teniendo problemas con todas mis tarjetas de crédito.

Tras 760 kilómetros de autopista, con los chalecos amarillos levantando barreras de peaje, mucho frío y muchísimo viento que combatimos con las sopas de las gasolineras, llegamos a TOULOUSE**, dando unas cuantas vueltas para encontrar dónde dejar las motos. Es tan tarde, que toca cenar en un McDonald’s.

Domingo, 06ENE2019. -2ºC. Bastante frío hasta Vielha. Luego, ya, calorcito (17ºC) y sin parar para comer en Zaragoza.