Sin querer dar lecciones de economía que no puedo dar, el coste de oportunidad va sobre de lo que renuncias cuando haces una elección. Porque muchas veces no puedes hacer dos cosas a la vez. A su vez, el valor intangible de las cosas se refiere al valor incuantificable de dicha cosa. Pues bien, hoy hemos tenido que utilizar la economía aplicada en unas cuantas ocasiones. Pero vamos por partes.
Ayer el paseo nocturno por Palermo*** fue de lo mejorcito de lo que llevamos de viaje. Cena ligera de ensaladas mediterráneas, paseo por calles muy animadas, y el descubrimiento de la Catedral de Palermo. Y mira que el mes pasado la dibujé para mi serie de #undibujoaldía, con lo que me había tenido que empapar de sus detalles pero… en directo es simplemente espectacular. Recargada pero no en exceso -o quizá sí-, con múltiples elementos dispuestos con armonía pero con una chispa de locura: torres, cúpulas, más torres, almenas redondeadas… Un desparrame de detalles.
Y hoy, a pesar de que habíamos añadido un par o tres cosas más de última hora, la cosa es que no estaban los astros favorables. Al salir de Palermo lo hicimos por la Porta Nuova, que queríamos ver. Bueno, curiosa cuanto menos por las cuatro estatuas que la flanquean. Toda bastante negruzca, cosa que hace que no desentone del resto de la ciudad.
Y el siguiente punto era el puerto atunero de Scopello. Al acercarnos ya me olía yo el fracaso. Carreterita estrecha, y coches en fila… Al final, no había más remedio que parquing de 3€ y bajada al puertecito-playita andando por un camino de tierra. Y ahí entra el coste de oportunidad: Si no nos paramos me pierdo la vista del puertecito que parecía chulo en las fotos, pero si paro pierdo 3€, casi una hora de tiempo y un valor intangible de salud por tener que hacer el paseito en ropa de moto durante una hora… Al final decidimos que nada de Scopello. 0 de 1.
Habíamos añadido también unas ruinas que pillaban de paso, el templo de Segesta. Pero cuando llegamos, nos dicen que debemos dejar las motos en un parquing a 1 kilómetro y coger los autobuses lanzadera. Todo para ver un templo que no estaba previsto, con la cantidad de piedras que ya hemos visto y tenemos previsto ver en los próximos días… Coste de oportunidad de nuevo… y no, a mí no me vale la pena verlo perdiendo una hora o más de vida. Al final, nada de Segesta. 0 de 2.
Otra de las cosas añadidas a última hora esta mañana era un castillo encantado en Sciacca, donde un tipo le dio por esculpir nosecuantas cabezas sin tener mucha idea. Llegamos al pueblo, y después de comer algo de fruta, nos pusimos a buscar el castillo de marras. Y nada, que no. Una búsqueda más exhaustiva en Google nos hace ver que hay que comprar una entrada combinada con un par de museos más de la ciudad, con lo que… nada de castillo encantado. 0 de 3.
A pocos kilómetros se encuentra la Scala dei Turchi**, una formación rocosa blanquecina que forma una especie de gradas que acaban en una playa. En lugar de bajar a la playa, decidimos hacerle fotos desde arriba. No me digas por qué. Supongo que el calor tendrá algo que ver. 1/2 de 4.
Y ya que habíamos tenido poco éxito, nos ha dado por improvisar intentando visitar unos templos romanos cerca de Agrigento que se veían estupendos desde la carretera. El Valle dei Templi, le llaman. Ya que teníamos tiempo, nos hemos desviado y al entrar en el parking para comprar la entrada… pues que estaban haciendo un spot para Dolce & Gavanna y hoy estaba cerrado todo el complejo arqueológico. Una vez que decidimos gastar tiempo y dinero en un bien intangible, nos damos de bruces con el marketing. “Es el mercado, amigo”; que diría aquel. Resultado definitivo: 1/2 de 5.
Pero lo que nos quedamos es con el valor intangible de las vivencias, como disfrutar de una vista casi aérea de Castellamare del Golfo, saborear unas nectarinas que han salido casi gratis cuando Belén se ha encontrado 2€ en el parking, o disfrutar de la brisa a escasos metros de un mar verde turquesa mientras descansábamos nuestras maltrechas posaderas de tanta moto.
Hoy en Caltagirone, veremos seguro una escalinata que nos va a encantar. Este punto lo añadí a mi lista cuando pasó por aquí el Giro del 2018. Para que veáis que el deporte no está reñido con la cultura.