Cornettos. Eso desayunamos todos los días. Es lo que te ponen en los bed and breakfast. Pero tranquilos. No son helados. Son croissants. Y encima puedes elegir sabores: sin nada, con chocolate o Nutella, con mermelada… un poco más y el primer día se lo pido de ron con pasas.
La costa sur de Italia es turística años setenta. Suciedad en las calles, apartamentos roñosos, hoteles venidos a menos,… pero con ese encanto italiano por lo ruinoso. La carretera de la costa va saltando de pueblo en pueblo hasta llegar a Tropea**. Muy turístico, con playas cuidadas llenas de gente y el atractivo de sus edificios colgados en delicado equilibrio sobre ellas. Nos ha costado encontrar la foto buena. Y la verdad es que no sé si la hemos encontrado.
Había alguna carretera cortada que nos ha obligado a coger nuevamente estrechos caminos asfaltados con pendientes muy pronunciadas, cruces imposibles y tornantis traicioneros. Justo en una conjunción de todos esos elementos Belén la ha liado parda: se ha quedado en medio obstaculizando a los que bajaban, a los que subían o a los que salían de al lado. Porque estábamos solos y de pronto han salido coches de debajo de las piedras. Al final Belén ha solventado el problema de una manera muy profesional, meciéndose con su BMW por donde prácticamente no había. Cómo va aprendiendo!
Luego hemos seguido hasta Scilla**, otro lugar turístico pero con algo más de glamour. Lo fundamental de esta parada era ver el castillo que se adentraba en un risco sobre un Mediterráneo de un azul y verde turquesa que lo flipas.
Vamos a ver, señores italianos: con lo setenteros que sois, cómo se os ocurre poner la cola del ferry directamente para embarcar, suponiendo que todo quisque ha comprado los billetes OnLine? Porque la cosa es que nos hemos puesto en la fila, y cuando arrancaban para entrar en el barco nos han avisado que teníamos que comprar los billetes en el edificio que nos hayamos dejado atrás. La hemos liado parda otra vez retrocediendo. Pero al final hemos llegado al barco.
Mesina estaba colapsada a mediodía. Nos ha costado salir. De hecho toda la costa siciliana que hemos recorrido estaba colapsada. Y con un calor húmedo de esos que te agarra y no te suelta. Hasta que hemos ascendido hasta Savoca**, donde se encuentra el bar Vitelli, que hizo famoso la película de El Padrino. Pero lo mejor del bar era sin duda su granitta de pistacchio, simplemente espectacular y más tomada en la terraza del Vitelli, casi a solas hasta que han llegado las hordas de turistas en autocares. Hemos huído de ahí como hemos podido, por una carreterita aún más estrecha que la de esta mañana, pero realmente espectacular.
De vuelta a la costa y sus atascos, el GPS ha decidido que hagamos unos kilómetros de pista para evitarlos, con vadeo de río incluido! La nota aventurera del día. Y así hemos subido hasta los 1900 metros del refugio del Etna, que rezumaba fumar olas por su cono volcánico. Espectacular la grandeza del volcán, justo el día que José Antonio Tejera (gracias!) me avisa que el volcán Stromboli -situado en una isla a unos 140 kilómetros de aquí- ha entrado en violenta erupción… Toquemos madera, porque ahora mismo estamos en Nicolosi, en la falda del Etna, a escasos 18 kilómetros de su cráter… Pero… La aventura es la aventura. Y mañana el cornetto volverá a ser de Nutella.