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Retorno al Este. Vídeo (5ª parte y última)

Y tras el parón navideño, aquí está el último vídeo de la serie del verano. Retornando del Retorno. Desde Budapest hasta España pasando por la República Checa, Austria, Italia y Francia. Visitamos el campo de concentración de Mauthausen, el increíble pueblo de Hallstatt en los Alpes, los Dolomitas, el curioso passo de San Boldo, o ciudades italianas como Vicenza o Verona. Y luego, como colofón, las fantásticas gorges du Tarn, en Francia.

Retorno al Este. Vídeo (1ª parte)

Pues me he tomado mi tiempo, pero aquí está la primera parte del vídeo de la ruta Retorno al Este que hicimos este verano. En este primer capítulo recorremos el norte de Italia y nos adentramos en los Balcanes por Croacia hasta Mostar. Próximamente los siguientes capítulos.

 

Retorno al Este. Los números del viaje


Algunos de vosotros me habéis pedido información sobre los gastos y los kilómetros del viaje. Y como soy un poco friki y lo voy apuntando todo, puedo hacer un informe bastante pormenorizado de lo que nos ha costado todo, teniendo en cuenta el tipo de viaje que ha sido. Me explico:

  • Excepto algún día concreto, solamente hemos cogido autopistas de peaje el primer día, desde Barcelona hasta Piacenza. El resto, 99% por carretera a ritmo suave. Solamente hubo que pagar viñeta en Hungría y en Austria. El resto, no es necesario para las motos. Además, hemos de sumarle los 50€ del peaje de la Grossglockner para las dos motos.
  • Siempre hemos dormido en hoteles, habitación doble con baño, reservado el día anterior por Booking.com y con puntuaciones siempre superiores a 7. Se puede hacer mucho más barato, pero esas eran nuestras exigencias a la hora de buscar hotel. Y siempre que no fuera excesivamente caro, desayuno en el hotel.
  • La gran mayoría de las comidas, a base de ensaladísimas, bocadillos de sardinas o fideos tipo Yatekomo.
  • Las cenas, generalmente en restaurante y más o menos bien, intentando comer lo típico del país. Esto también incrementa algo el gasto, ya que a pesar de que intentábamos que no fuera excesivamente caro, a veces no podíamos evitarlo.
  • Las entradas a los lugares turísticos: hemos entrado solamente a los que nos han parecidos interesantes. Así que si visitas todos los lugares puede salir más caro, aunque las entradas no solían ser caras.
  • Las compras: las únicas compras que hemos hecho han sido imanes de cada país, pegatinas para las dos motos y alguna pulserita de cuero. Nada de souvenirs caros.

Con todo ello, vamos con los números del viaje:

Han sido un total de 9898,1 kilómetros desde nuestra salida en Terrassa hasta la llegada a Zaragoza, tras atravesar 14 países (si le sumo los 300 que me quedan a mí para retornar a Terrassa, salen casi 10200 kilómetros). Esto significa, en 28 días de viaje, 353,5 kilómetros diarios. La tirada más larga fue el primer día, con 989 kilómetros desde Terrassa hasta Piacenza (Italia). El consumo medio de mi BMW R1200GS Adventure 2014 fue de 4,6 litros/100km.

El gasto total de todo el viaje ha sido de 3985,99€ en esos 28 días, a una media diaria de 142,36€. Aquí deberíamos tener en cuenta que somos dos personas, pero viajando con dos motos, con lo que se dobla el gasto en gasolina y en peajes. Pasemos a desglosarlo todo:

  • Gasolina: Han sido 1008,69€ para las dos motos, lo que hace una media de 36,02€/día (18,01€ por moto y día).
  • Hoteles: Es el montante más abultado del viaje, lógicamente. 1576,67€, a una media de 56,31€ diarios. El hotel más caro fue de 90€ (habitación doble con desayuno) en el Guest House Stancija Kovacici de Opatija (Croacia), y el más barato de 27,14€ en el Hotel Apart de Blagoevgrad (Bulgaria).
  • Peajes: Además del del primer día, de Terrassa a Piacenza (Italia), luego hemos tenido que pagar las viñetas de Hungría (electrónica, no física) y Austria (esta sí es física). Y luego un peaje de Verona a Brescia para llegar a tiempo para la cena. Y los 25€ por moto de la Grossglockner en Austria. En total han sido 231,10€ (116,05€ por moto).
  • Alimentación: En total han sido 1000,51€ para las dos personas, con una media de 35,73€ diarios. Si nos centramos en las cenas, que como ya he comentado procurábamos hacerlas en restaurante, han sido 722,90€, a 25,82€ de media por día. La cena más cara fue en Kotor (Montenegro), donde desgustamos una ensalada y unos magníficos pescados (no sabría decir si eran doradas) a 72€ los dos, y lo más barato en Budapest, una especie de cucurucho de pan relleno de salchichas y pepinillos a 7,05€ las dos personas. 
  • Visitas: En visitas turísticas nos hemos gastado 91,19€, a 45,60€ por persona, o a una media de 1,63€ por persona y día.
  • Compras: Han sido un total de 77,83€, a 2,78€ diarios de media.

Y esto ha sido todo. Espero que os haya sido de utilidad, o cuento menos haya satisfecho vuestra curiosidad. Si queréis algún detalle más, no dudéis en consultar. 

Toulouse, Concorde y Zaragoza. Retorno al Este. Cap. 26 y final.

Hemos pasado nuestro última mañana de viaje viendo aviones. Mira, soy así de friki. El museo Aeroscopia de Toulouse abrió sus puertas hace algo más de un año, y tenía muchas ganas de verlo. Sobre todo para admirar al Concorde, y los otros aviones que allí se exponen. Pero de eso ya hablaremos más adelante en otro blog.

Pues no, al final no hemos pillado el Concorde para volver a Zaragoza. Hemos ido por carretera y tal. Por cierto, menudo calorazo solo pasar el túnel de Bielsa! Hemos batido el récord del viaje, con 37,5ºC!! Y yo que temía por las temperaturas balcánicas!

Lo que sí me ha parecido supersónico es cómo se han pasado de rápidas estas cuatro semanas. Ha sido un viaje intenso y muy variado, casi día a día. Casi 10.000 kilómetros de ruta, catorce países y muchos recuerdos. Como el romanticismo de la Piazza San Marcos de Venecia, desde ahora siempre muy especial para nosotros. O el silencio incómodo en la base aérea abandonada de Zeljava, en Croacia. Me quedo con el encanto de Mostar y su puente, en Bosnia y Herzegovina. O la grandiosidad del Piva Canyon en Montenegro, el encanto de la puesta de sol en el lago Ohrid de Macedonia, o las montañas de Belogradchik de Bulgaria. Recordaré siempre los monasterios pintados de Rumanía y las vistas de la ribera del Danubio en Budapest, Hungría. O el paseo a media tarde por Bratislava en Eslovaquia, y la majestuosa plaza de Oloumoc. Y como no, Hallstatt, el pueblo de postal de Austria, los imponentes Dolomitas y el Passo San Boldo de Italia, o las imperdibles Gorges del Tarn en Francia. 

Hemos atravesado los Cárpatos dos veces, los Alpes, los Dolomitas y los Pirineos, y las motos no han dado ni una sola queja. Y por supuesto he de acordarme de la valentía de Belén, que como en otras ocasiones se ha lanzado a la aventura por países complicados para conducir como Albania, Bosnia o Rumanía. Además, ha tenido que aguantarme 28 días, y eso es de mucho mérito ya de normal. Así que imagínate lo que ha sido en mi estado. Porque no lo he dicho en ningún momento, pero una hernia discal me ha hecho la pascua durante todo el viaje, dejándome como un auténtico inválido en cuanto me bajaba de la moto. Por todo ello, gracias, Belén.


Y gracias a vosotros, que me habéis aguantado las crónicas, las fotos desde la habitación del hotel o los restaurantes al aire libre. De verdad, es duro ponerse a escribir a las once de la noche, pero es impresionante la fuerza que dáis para hacerlo y compartir lo que ha sido nuestro viaje. Gracias de verdad. 


Y ahora qué? Pues a hacer coladas. Que la lavadora ya está pidiendo que le saquemos la primera tanda de ropa sucia. Y en un par de días, el resumen estadístico y de gastos del viaje. En unos días, los vídeos del viaje. Y durante los próximos meses, toda la información turística que he recopilado la iré desgranando en el blog El Rutómetro de Jaus. Estáis invitados.

Y como decía aquél, vámonos a la cama que esta gente querrá irse a casa. Buenas noches!

Las gargantas del Tarn. Retorno al Este. Cap. 25.

Que no habéis ido nunca a las gargantas del Tarn? O mejor dicho, las Gorges du Tarn, que ahora ya he adoptado el francés como segunda lengua nativa. De hecho, he comprobado que el francés es idéntico al castellano pero hablado despacito. Así lo he hecho en el hotel y en la crepería y me han entendido perfectamente. Ye suis fransuas de la frans.

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Pues a lo que iba, que me disperso. Las Gorges du Tarn son unos 70 kilómetros que no te puedes perder a poco que salgas de España. Que qué ofrecen? Pues a nivel de carretera, curvas suaves y buen asfalto. Y a nivel paisajístico, de todo: gargantas estrechas, paredes rocosas que llegan hasta donde la vista no te alcanza, un río de un color verde esmeralda que lo flipas, pueblitos de piedra que parecen estar en equilibrio precario sobre el abismo… Claro que todo eso es un gran inconveniente si vienes a disfrutar de la carretera, porque la vista no para quieta mirando de un lado para otro.


El momentazo del día? Pues la súper idea de Belén de irnos a comer al río. A la sombrita, con el agua fresca a tus pies (no, yo no me he quitado las botas, pero Belén no podía dejar de hacerlo) y una paz increíble a pesar de estar rodeados de gente. Porque esta zona está sorprendentemente poco transitada, pero la de piraguas que van bajando por el río! En definitiva, que había gente pero no agobiaba en absoluto. Por cierto, comprando la ración de tomates del día he visto que vendían bombonas para el hornillo. Adivináis de qué marca? CAMPINGAZZ!!!! Guillotine pour le vendedour del Decathlon!!


Y finalmente, Toulouse, tras doscientos kilómetros donde hemos combinado carreterita de curvas divertidas y bastante autovía, que nunca viene mal cuando estás deseando llegar y el termómetro está nuevamente en 36ºC. Curiosamente yo le tenía mucho miedo al calor balcánico que ya hemos sufrido en otros viajes y las mayores temperaturas las hemos sufrido en Francia, tanto a la ida como a la vuelta. Se la ví, mon amí.

La cena, a base de crêpes, como solemos hacer al menos una vez siempre que estamos por Francia. Y los de hoy estaban de muerte, en serio. No me preguntes qué llevaban, porque mi nivel de francés no ha llegado hasta ese punto, pero estaban de repetir. Y así lo habría hecho si no hubieran sido tan lentos. Porque a las 11 de la noche me cerraban la puerta del parking del hotel. Y las perfectas indicaciones del recepcionista no me convencían:

–No tienes más que marcar tu número de habitación y tu apellido– dijo el conserje pelirrojo con barba de hipster.

–¿Lo marco en el panel de al lado de la puerta?– repliqué.

–Sí, si. Ahí mismo.

Pero vamos a ver, Zanahorio: el panel de al lado de la puerta solamente tiene los números del 0 al 9. A ver cómo leches le meto ahí mi apellido. Esto último lo pensé, pero no se lo dije. Era extremadamente seguro que llegáramos antes de las 11… excepto en el improbable caso de que el de la crepería tardara lo indecible con los platos. Total, que hemos llegado a las 23:06. Afortunadamente, la puerta estaba abierta. Esto ya me suele pasar a menudo, que me preocupo de problemas que aún no son problemas y que la mayoría de las veces nunca llegan a serlo. Ye suí así, mon petit lector.

Y ya vale de interioridades que yo soy muy celoso de mi vida privada, por eso casi no cuelgo nada en redes sociales (ejem). Ale, circulen. Nosotros a descansar, que mañana toca un pequeño museo y un nuevo (o no tan nuevo) país. Buenas noches.

Lulú? Se mua. En Francia! Retorno al Este. Cap. 24.

A ver, que hoy estoy reivindicativo. Se me ha pegado algo de la revolución francesa y hoy van a rodar cabezas. Pero comencemos por el principio. Y el principio no es otro que pasar a Francia desde Italia, rodeados por montañacas de esas que te quitan el aliento. Como vienen siendo los Alpes, vamos. 


Y a eso que sigues la carretera y te encuentras el desvío hacia el Galibier. Pues para allí que nos hemos ido, rodeados de glaciares con nieves perpetuas por carreteritas estrechas con un desnivel muy importante y sin quitamiedos. De esas que molan, vamos. 


Hemos seguido a Grenoble con algún que otro temor a que la carretera estuviera cortada, porque llevaba varios kilómetros viendo el cartel de Grenoble tachado. Al final solamente era un corte para los camiones y autocaravanas. Nosotros pasamos sin problemas. Y después a comer ensalada de tomate, que con el calor apetece más que los fideos esos de sobre. Además, se nos ha acabado el gas del hornillo. Y aquí rueda la primera cabeza: señor del Decathlon que me vendió la moto de que los hornillos Primus los encontraría más fácilmente en Europa que los de la marca CampinGaz, NO TIENE NI IDEA! En Austria e Italia me cansé de preguntar por los recambios de bombonas Primus, Y NI UNO TENÍA. En cambio de CampinGaz… A patadas! Menos mal que me gusta la ensalada de tomate. 


Tenía pensado pasar por las Gorges de la Bourne. De hecho hemos pasado por allí. Pero ha sido un lapsus mío, porque lo que realmente buscaba era Combe Laval. Y por mucho que seguía la ruta del GPS, el espectacular cañón no aparecía. He tenido que buscar y buscar para encontrarlo finalmente. Y es que pasar por ahí vale la pena.


La cosa ha sido que tras desviarnos unos míseros 18 kilómetros, los 120 que faltaban para destino se han convertido… en 200! A ver, señor Garmin: Si desde el punto A faltan 120 kilómetros, desde A+18 no pueden faltar 200km. Si hace falta, me hace usted dar la vuelta y vuelvo por donde he venido. Además, me ha calculado una hora de llegada que ni yendo en bicicleta. Guillotina también hoy para el GPS.


Y luego ha llegado la cena en Alès, que así se llama el pueblo donde estamos. Debe ser que nuestro idioma nativo italiano nos ha confundido, pero de 4 platos que hemos pedido (la carta estaba en francés, evidentment) NO HEMOS ACERTADO NI UNO! Eso sí, buenos estaban todos. Así que voy a pasarme la noche practicando. Lulú? Se mua.

De Bérgamo a los Alpes. Retorno al Este. Cap. 23.


A ver, que me encanta Italia. Y no solo por el dominio natural del idioma del que hablamos ayer, sino por todo. Lo latinos que son, los paisajes cambiantes, los monumentos, la comida,… Todo. Pero qué quieres que te diga? Lo de poner casi todas las gasolineras automáticas me parece una muy mala idea. Y mira que en los países nórdicos son así y nunca tuve ningún problema. Pero la cosa es que en Italia no hago más que tener problemas con las tarjetas. Dos VISAs que llevo, pues ninguna vale, oye. Al final has de hacer cuentas sobre los litros que nos cabrán, porque tampoco tenía cambio. O te toca pagar en el LIDL con un billete de 50 eurazos para pagar un par de tomates y así tener cambio. Lo dicho, que no me mola. Además, carísima. Punto negativo.


Por lo demás, hoy descubrimos Bérgamo. Aunque casi me pierdo. Y mira que me oriento, pero fue bajarme de la moto en la Città Alta, echarle un vistazo al GPS y tenerlo todo controlado. Y a los 10 metros, las cosas no me cuadraban. Tras unos momentos marronáceos de bloqueo, al final decido volver a la moto a por el GPS. Y mira que me fastidia depender del cacharrillo, pero va bien el jodido.


De Bérgamo me quedo, sin dudarlo, con los techos de Santa María Maggiore. Son realmente espectaculares cómo puedes ver en todas las fotos que cuelgo hoy. Y mira que llevamos techos en este viaje! Pues estos estarían dentro del top 5. Y también sorprende que en una misma plaza coexistan dos templos tan grandes como el Duomo y Santa María. Pero bueno, Italia siempre ha sido un desparrame. Que hay que poner una iglesia? Pues toma dos! Que hay que poner un lavacoches? Pues que tenga para veinte coches a la vez! Exageración a tope. 

El resto del día, un coñazo. Carreteritas, rotonda, carreteritas… Y así hasta el infinito pasando por los suburbios de Milán -que no hemos parado porque ya la conocemos- y Turín. Y a partir de ahí, lo mejor: nuevamente el abrazo de los Alpes. Se nos iban acercando por derecha e izquierda hasta casi dejarnos sin puesta de sol. Pedazo picos! Lo que decíamos: desparrame! 

Hoy dormimos a más de 1000 metros de altura en Oulx, a tiro de piedra de Sestriere. Así que mañana entramos en Francia. Pero tranquilos, que aún nos queda mucho viaje. Buenas noches!

San Boldo y las tres damas del Véneto. Retorno al Este. Cap. 22.

Los regresos nunca tienen que ser regresos sino descubrimientos en sentido contrario. Y este retorno al oeste, lo está siendo, sin duda. Hemos comenzado hoy con un plato contundente, el Passo San Boldo. Déjate de Stelvios y otras mandangas que serán muy bonitas y fotogénicas. El -relativamente- poco conocido San Boldo te dejará con la boca abierta. Sí, ya sé que muchos lo buscaréis en Google si no lo habéis hecho ya. Y -como yo- os sabréis las fotos al dedillo. Pero es que por muchas fotos que veáis, os va a impresionar igual. Pedazo obra de ingeniería de principios del siglo XX. ¿Habéis hecho tornanti en túnel uno detrás de otro? Pues los mejores son estos y los de la bajada a Chiavenna (el lado italiano del Splugenpass) que también es de locos.

Y luego el día se ha ido por el lado más delicado. Hemos comenzado en Asolo, un bonito pueblo medieval rodeado de viñedos donde las uvas maduran a la espera de convertirse en prosecco, una especie de champán típico del Véneto. El pueblo no mata, pero tampoco está mal. De hecho, está considerado (en esas listas que seguro que entras pagando) como uno de los pueblos más bonitos de Italia. 


Vicenza también tenía una parada. Su Piazza dei Signori es tan alargada como bonita. Hay alguna otra lista que la pone como la más bonita del país. Discrepo profundamente. Así a bote pronto se me ocurren la del Campo en Siena, la de la Signoria en Florencia o la de San Marcos en Venecia. Pero si te tomas un helado de nocciole sentado en unas escalinatas escuchando un acordeón que toca a Sinatra, la cosa cambia. 


Y Verona, la ciudad de Romeo y Julieta. Famoso es el balcón de la casa de Julieta (que se ve que lo pusieron hace menos de un siglo), pero me quedo con la Piazza delle Erbe. También alargada, pero con media docena de edificios de lo más interesante.


Con todo esto, hemos acabado en Brescia, otra ciudad que yo recordaba desierta pero con encanto, y que nos ha recibido con el mismo encanto, pero con banda de rock y multitud de gente disfrutando de la apacible noche. Pero lo mejor de todo el día, ha sido cómo hemos mejorado nuestro italiano. Casi a nivel nativo. Así que os despidi a tutti esperandi que la notti sea apacibili comi per noi. Buoni seri signorini.