Y llegamos a una de mis provincias favoritas. Burgos es un pozo sin fondo de poblaciones, paisajes y arquitectura por conocer. Riquísima en todo. Por más que planifique fines de semanas recorriendo sus carreteras, nunca me dejan de sorprender los lugares ya conocidos y siempre descubro alguno que aún estaba sin conocer. Comencemos por la capital, Burgos:
De pequeño sentía una admiración infinita por dos lugares de la península, y uno de ellos era la Catedral de Burgos. Estrecha si la comparamos con otras joyas del gótico, pero elegante hasta el infinito. Sus intrincados arbotantes, agujas, arcos, etc. hace que valga la pena rodearla en toda su extensión, ya que por todos sus flancos nos sorprenderá. Su interior no desmerece en absoluto, con la elegancia propia del gótico y un claustro que bien merece pagar la entrada.
Otro de los lugares emblemáticos de la ciudad, vista a ojos de un niño, era la imponente estatua del Cid Campeador, cuya capa vuela al viento mientras cabalga a Babieca y blande su espada Tizona. Pero vamos, que igual este es una recomendación más sentimental que turística. Otros lugares de la ciudad pueden ser más interesantes, como la Casa del Cordón, el Arco de Santa María, el Museo de la Evolución Humana o ya más en las afueras pero aún en la ribera del Arlanzón, la Cartuja de Miraflores.
Y ya que estamos en la ciudad, hablemos de comer y dormir. Nosotros lo tenemos claro: siempre vamos al Hotel Silken Gran Teatro, un cuatro **** a unos precios supercompetitivos y muy cerquita del centro. Y si de comer se trata, el Restaurante Puerta Real, la Cantina del Tenorio (cuidado que creo que lo han cerrado), María Castaña, Restaurante La Favorita o Casa Pancho. Cualquiera de ellos no defrauda, tanto para cenas como para tapear.
Con la província de Burgos tampoco daremos a basto: justo en la frontera con el País Vasco tenemos el salto del Nervión, la caída de agua más alta de toda la península con sus 222 metros de altura. Ojo que depende de la estación del año nos lo encontraremos seco, como ya nos ha pasado a nosotros.
Otros lugares de interés son el Monasterio de Santo Domingo de Silos, una joya del románico del que no te puedes perder su claustro con su famoso ciprés, la villa de Covarrubias, con sus espectaculares casas con las vigas vistas, la colegiata de San Cosme y San Damián, la enigmática estatua de una princesa noruega o el torreón gótico de Fernán González. Cerca de allí, el monasterio en ruinas de San Pedro de Arlanza, que como todos los monasterios en ruinas es siempre muy interesante y fotogénico. Aunque no es el único que veremos en la provincia.
Ya de paso no estaría mal visitar Salas de los Infantes y su iglesia de Santa María, o los curiosos árboles fósiles de Hacinas. Pero si de paisajes se trata, me quedo con Orbaneja del Castillo y su cascada en medio del pueblo, a la vera de las hoces del Ebro y de sus formaciones cársticas que recuerdan a dos camellos besándose. Lerma es mucho más señorial, con el palacio convertido en parador, la Iglesia de la Ascensión o sobre todo la Colegiata de San Pedro. Una visita que no puedes perderte.
Pero si alguna zona de Burgos es mi favorita, son las Merindades. Su nombre ya destila a señorío, a medievo y caballería. Y allí tenemos infinidad de zonas de interés. Comenzando por Frías, quizá uno de los pueblos más bonitos de España, con su puente romano sobre el Ebro y su castillo encaramado en difícil equilibrio. Cerca, en Tobera, se encuentra una pequeña pero coqueta ermita que también recomiendo. San Pantaleón de Losa es quizá uno de los lugares más pintorescos, con su ermita encaramada en una espectacular pradera encaramada a un risco. Espinosa de los Monteros o Medina de Pomar, con su Alcázar de los Contestables y su calle Mayor donde encontrarás buenos bares para tomar una tapa o la tienda de ropa Viste.t que regenta nuestra amiga Silvia.
Uno de los lugares más mágicos de las Merindades es Ojo Guareña, donde podemos admirar la ermita de San Bernabé encastrada en las cuevas de origen cárstico del lugar. O Puentedey, donde el pueblo reposa sobre un puente de roca natural sobre el río Nela. En Sargentes de la Lora tendremos oportunidad de ver funcionando los únicos pozos de petróleo a bombeo de nuestro país. Como si fuera Texas. Y la ermita románica y muy elegante de San Pedro de Tejada, en Quintana de Valdivielso. O por último (para no extenderme más) el monasterio en ruinas (ya os dije que habría otro) de Santa María de Rioseco, que no os dejará indiferentes.
A la zona de las Merindades hemos ido no menos de tres veces, pero aún tengo cosas apuntadas por ver, como el Valle de Valdivielso, con los cuchillos de Panizares o la cascada de Tartalés. Así que tenemos motivos suficientes para volver.
En definitiva, Burgos es una de mis provincias fetiche, del que me encanta su arquitectura, sus paisajes y su morcilla. Puede que no sea objetivo, pero… ¿quién lo es con las emociones? Y es que Burgos… emociona.