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Del Lago Ohrid a Durrës. La Ruta Adriática. 14

Bueno, tercera vez que atravesamos Albania y siempre demasiado de puntillas. Desde el 2011 hasta ahora han pasado años y el progreso ha ido llegando al país. De todas formas sigue siendo habitual ver algún que otro carro tirado por burros y los niños sueltos en el asiento trasero del coche sacando todo el cuerpo por la ventanilla. Pero sin duda mucho menos que antes.

Lo primero que teníamos que hacer al pasar la frontera era buscar una gasolinera, ya que los dos íbamos secos. Y no una cualquiera, sino una en la que pudieras pagar con tarjeta de crédito. En nuestros viajes anteriores ya sabíamos que había que tener cuidado con eso. Pues hasta en eso el país ha progresado: a la segunda, pudimos llenar los depósitos de las Ducati.

La primera parada fue en Elbasan, para descansar un poco y comenzar a cogerle el pulso al país. Es domingo por la mañana, y las calles están muy animadas. La gente ocupa las terrazas y las familias pasean por los bulevares. Nosotros encontramos rápidamente dónde comprar la pegatina y el imán de rigor, por lo que tenemos una preocupación menos.

La parada para comer tuvo su miga: nada más apagar el hornillo con los teriyaqui a punto comenzó a caer una tormenta del copón. Intentamos recogerlo todo y comer rápido, pero estaba demasiado caliente y al coger la cacerola se nos ha caído casi todo… Un desastre, vamos. Así que decidimos ponernos los chubasqueros (que total, no sé para qué) y seguir hacia Berat.

La zona antigua de Berat es digna de visitar, con sus casas blancas repletas de ventanas que parecen mirarte desde todos lados. Dimos un agradable paseo, ya con sol -es la tónica de todos los días, tormentas fuertes estilo Noé y su arca pero de pocos minutos de duración- y seguimos hacia la capital.

En Tirana es donde más hemos notado el progreso del país: en 2011 rodeamos una plaza con calles levantadas, mucho tráfico y algún edificio de corte soviético. En 2019 la cosa ya estaba mejor, al menos sin obras. Pero en 2022 ya no hay tráfico, han peatonalizado toda la zona y hay enormes rascacielos en construcción. Supongo que todo progreso es bueno, y que yo como turista quiero ver contrastes, pero en realidad ahora el centro de la capital no es mucho más diferente a cualquier otra ciudad europea. Si transitas por las afueras, la cosa cambia, pero sin duda ya no es como hace 11 años.

Ya casi de noche, seguimos ruta hacia Durrës, de donde sale el ferry que cogeremos esta noche hasta Bari. Nada recomendable viajar por esas autovías peligrosas ya con luz, así que a oscuras no te digo nada: el coche que se mete sin avisar, los perros en el arcén la bicicleta en contradirección y los Q8 a toda pastilla por el carril izquierdo. De locos.

Tras un buen rato de espera para cruzar la aduana, finalmente nos acomodamos en nuestro camarote, situado en el subsuelo del ferry, al más puro estilo DiCaprio en Titanic. Mientras la clase alta baila  en las cubiertas superiores, nosotros intentaremos dormir seguramente por debajo de la línea de flotación del barco. Afortunadamente he visto una puerta donde creo que cabríamos flotando los dos.

De Skopje al Lago Ohrid. La Ruta Adriática. 13

A ver, que llevo 3 meses planificando este viaje y va y resulta que desayunando hoy decidimos cambiar todo el itinerario de hoy. Eso antes me asustaba, necesito llevarlo todo planificado. Pero cuando el resultado de la improvisación es bueno, la satisfacción es mayor. Y es que me encanta que los planes salgan bien, sobre todo cuando son improvisados.

Comenzábamos el día en Skopje lloviendo. Que si nos ponemos los chubasqueros, que si no… Que si vamos a buscarlos a la moto, que si patatín patatán… Pasó lo que suele pasar: que cuando al final te subes en la moto ya no llueve más. Y tiramos hacia Tetovo para volver a visitar su mezquita de los naipes. Ya la vimos en un viaje anterior, de hecho en lugar de hacia el oeste lo planificado era ir hacia el este… pero al final decidimos que no, que volvíamos a verla y a intentar entrar. Pero que si velo por aquí, que si quitarnos las botas por allá,… habíamos dejado todo en las motos sin atar,… que si entraba un grupo con mucha gente con lo pequeño que es la mezquita… Que la hemos dejado para otro viaje, vamos.

Seguimos por una concurrida carretera que llega hasta Ohrid, pero nos desviamos por la R1305 hacia Bitola. Pedazo de carretera, con un buen puñado de kilómetros recién asfaltados donde hemos disfrutado de lo lindo con las Ducati. Un nuevo desvío, una carretera de montaña y llegamos a Krushevo, colgado de las montañas y con medio Macedonia a sus pies. Allí tienen un monumento conmemorativo a la lucha por la independencia del país del imperio Otomano, y por extensión a los caídos en todas las guerras: el Makedonium. Parece una maza de guerra o una bomba que explota… pero a mi me sigue pareciendo un COVID…

Volvemos sobre nuestros pasos volviendo a circular por la R1305, pero ahora con algo más de precaución porque comienza a llover. Paramos en un remoto pueblo, Zeleznec y Belén se come unas cuantas ciruelas de un árbol… En ese momento soy consciente que será feliz el resto del día.

Ohrid nos depara un bonito paseo por sus empinadas callejuelas de la ciudad antigua hasta llegar a una preciosa vista de la Iglesia de San Juan de Kaneo sobre el precioso lago Ohrid.

Después, bordeamos el lago hasta llegar a Sveti Naum, en cuyo monasterio tenemos hoy hotel. Tras algo de nervios para encontrar la entrada al hotel cargados con todo el equipaje y disfrutar de un raro arcoíris triple, conseguimos cenar en un pequeño restaurante junto al lago donde ya estuvimos en otro viaje y donde parece que del lago sale permanentemente un intrigante humo misterioso. Mañana entraremos en Albania y la recorreremos durante todo el día hasta embarcarnos en Dürres rumbo a Bari. Así que puede que no podamos subir la crónica. De todas formas, hasta mañana.

De Kotor a Berane. La Ruta del Adriático. 11

Mira que cuando recorrí la Transfaragasan rumana por primera vez pensé que era la carretera asfaltada más dura que había recorrido. Y lo de asfaltada era un decir, porque por aquella época estaba toda desconchada, con tramos de tierra y millones de baches por su cara sur. Pero la P19 y la M9 desde Podgorica hasta Andrijevica han sido mil veces peor. 100 kilómetros sin más de 30 metros rectos. Curvas de 1ª o 2ª, llenas de baches, pésimo asfalto y estrechísimo. Habíamos venido a jugar, no?

Salimos de Kotor sin rastros de los incendios de ayer, afortunadamente. El primer punto era subir por la carretera llena de tornantis para ver la bahía de Kotor desde lo alto, cosa que en realidad ya hicimos ayer desde otro punto. Cuando vi el inicio de la subida (que en realidad no era la carretera, sino caminos de acceso para llegar hasta ella), pensé en Belén y decidí ahorrarle el mal trago (y más lo hubiera hecho sabiendo lo que le espararía después…). Así que tiramos directamente hacia Budva, que se encuentra a pocos kilómetros.

Desde Kotor hasta Budva puedes disfrutar, si el tráfico no te lo impide, de magníficas vistas del Adriático. Todo es maravilloso hasta que entras en la ciudad, 100% turística y volcada en el turismo de playa, que es peor. Pero la ciudad vieja, completamente amurallada al estilo Kotor me llamaba la atención. Tras dejar la moto algo lejos, y no como los italianos que se pasaron impunemente la barrera que impedía el acceso a los no autorizados (tengo que pensar en ser más latino y menos noruego…), paseamos por las estrechas callejuelas. Y sí, es un sucedáneo de Kotor,… pero no le llega ni a la suela de los zapatos.

A pocos kilómetros se encuentra la exclusiva Sveti Stefan, una isla solo conectada con la costa por un estrecho puente. En un viaje anterior habíamos llegado hasta la mismísima barrera de acceso, pero la foto no me decía mucho. Esta vez nos paramos en el mirador que hay en la carretera, y las vistas son mucho mejores para hacerse una idea de conjunto.

Un consejo: si no queréis que os pase como a los moteros húngaros que llevábamos delante, cerramos todas las cremalleras donde llevéis objetos de valor, no vaya a ser que se os desparramen por la carretera billetes, documentación y tarjetas de crédito. Aún deben estar buscando la VISA.

Después de eso, ascendimos los más de 500 metros de la montaña costera y nos adentramos en el interior, hasta Podgorica. Tras una breve visita a la catedral ortodoxa, moderna pero con estilo antiguo y profusamente ilustrada con sus frescos en el interior, repusimos fuerzas con cuatro pavías (AKA nectarinas) y enfilamos hacia el norte por la fatídica (pero muy recomendable si tienes ganas de curvas y baches) P19 y M9.

Belén me seguía a pocos metros en todo momento, portándose como una campeona a pesar de la migraña que llevaba encima; si a mi me hiciera la mitad de daño que a ella, estaría llamando al RACC para una repatriación express. Pero ella se comió con patatas los 100 kilómetros de curvas sin rechistar (o rechistando muy poquito y en voz baja).

Y llegamos a Berane con fresco, y disfrutamos de una buena cena a base de pollo con salsa espectacular y un rollo rebozado también de pollo pero con cecina y queso. Y hasta (casi) supimos pedir un cortado! Ahora a reponer fuerzas que mañana tocan dos países y dos fronteras.

De Trebinje a Kotor. La Ruta del Adriático. 10

Mira que de Trebinje a Kotor hay algo menos de 40 kilómetros, pero nos ha dado para echar el día… y al final han salido unos 400. Porque eso ya tan manido de que lo importante no es el destino sino el camino, es una verdad como un templo.

La cosa era tirar por Bosnia hacia el norte buscando el paso a Montenegro por el Cañón de Piva. Para ello, hemos pasado por el parque natural de Tjentiste, con unas montañas de altura considerable y desfiladeros de angostura más considerable aún. Poco después, el monumento recuerdo de la batalla de Tjentiste, una burrada de esas que hacían los socialistas de Tito.

Las últimas carreteras de Bosnia y Herzegovina nos han despedido con desprendimientos y tramos de tierra, mientras excavadoras intentaban arreglar el desaguisado. Finalmente, la frontera con Montenegro en un viejo puente metálico de piso de madera.

Montenegro es fiel a su nombre, y lo que no falta son sus montes. Desgraciadamente negros muchos de ellos por culpa de los incendios que lo están asolando. De hecho, ahora desde Kotor se puede contemplar el triste espectáculo de las llamas que rasgan la negrura de la noche. Desolador.

Pero lo primero que nos hemos encontrado al entrar al país es el Piva Canyon. Sin duda la zona previa a la presa es la mejor, y te coge por sorpresa. Decenas de túneles excavados en la roca viva hacen que la carretera pueda discurrir por las escarpadísimas laderas del cañón. Pero una vez pasas la presa, te encuentras con las aguas esmeraldas del embalse, que hoy además tenían un bajísimo nivel de agua. Esmeralda, eso sí.

Comimos en el parking del Pivski Manastir después de admirar sus preciosos frescos que lo cubren completamente, columnas, techos, paredes… como debe ser en un monasterio ortodoxo que se precie.

La siguiente parada era otro monasterio, el de Ostrog, que se encuentra encaramado en la roca, a casi 1000 metros de altura sobre el fondo del valle. Para llegar allí debes sufrir la penitencia de una estrecha carretera repleta de tornantis de los más retorcidos que he hecho en mi vida, incluidos los de la bajada a Chiavenna del Splugenpass. Con este son ya tres los edificios religiosos incrustados en la roca que  visitamos en este viaje, junto con la Madonna della Corona y el Dervish House de ayer.

Seguimos ya con la tormenta vespertina de turno a nuestras espaldas que finalmente solo nos mojó unos 10 minutos, y avanzamos hacia la bahía de Kotor. Previamente, un accidente grave cortaba la carretera. Es intrigante que con lo agresivo que conducen en estos países siempre sea en Montenegro donde veamos los accidentes, ya nos pasó en uno de nuestros viajes previos.

Y con Kotor en la lejanía, el protagonismo lo robaba el incendio que asolaba las enormes paredes boscosas de los montes que rodean la bahía. En varios puntos salían columnas de humo, mientras un par de helicópteros intentaban sofocarlos inútilmente. Un intenso olor a leña quemada nos ha acompañado hasta prácticamente dentro de la habitación del hotel.

Kotor… ¡Qué decir de esta maravilla! Es la primera vez en el viaje que repito una visita y me parece 100 veces más impresionante que el recuerdo que tenía. Callejear por sus angostas callejuelas, encontrarte agradables placitas donde te sorprende una vieja iglesia o un cuarteto de cuerda,… A pesar del gentío el pasear por su laberinto de calles es de lo más amable. Sin duda, Kotor ha pasado a ser, en su segundo intento, uno de mis lugares favoritos de este planeta. Si el fuego se apiada de él.

Retorno al Este. Vídeo (2ª Parte)

Aquí está la segunda parte del vídeo de la ruta de este verano por Balcanes, Bulgaria y Rumanía. En este capítulo vamos desde Mostar (Bosnia) hasta Sofía, en Rumanía, pasando por el Piva Canyon de Montenegro, Albania, Macedonia y el Monasterio de Rila, ya en Bulgaria.

Retorno al Este. Vídeo (1ª parte)

Pues me he tomado mi tiempo, pero aquí está la primera parte del vídeo de la ruta Retorno al Este que hicimos este verano. En este primer capítulo recorremos el norte de Italia y nos adentramos en los Balcanes por Croacia hasta Mostar. Próximamente los siguientes capítulos.

 

La Ruta Balcánica (III y IV). Macedonia y Albania. El vídeo

Quizá por lo duro que fue, quizá por haber podido observar paisajes remotos. Sea por lo que sea, este vídeo me emociona. No se si lo habré transmitido, pero al menos lo he intentado. La desconocida Macedonia, el fantástico lago Ohrid, las pistas albanesas casi en el crepúsculo… No te lo pierdas!


La Ruta Balcánica (III). Macedonia y Albania por Dr_Jaus


La Ruta Balcánica (IV). El retorno. por Dr_Jaus