El viaje ya ha tocado a su fin y desde la serenidad de mi casa es momento de hacer balance. He encontrado muchas cosas positivas, y alguna negativa pero salvable. De hecho, el principal motivo de hacer este viaje es el de encontrar estos pequeños -o grandes- problemas antes de irme hacia Noruega. Así que vamos por partes.
Moto:
La moto ha estado soberbia. No deja de sorprenderme a cada kilómetro que hago con ella. El motor tiene suficiente potencia para realizar cosas razonables en ruta. Obviamente no tiene la aceleración ni la velocidad de una superdeportiva, pero es que no es una superdeportiva. Mucho peso -sobre todo con las maletas- para pistas sin asfaltar, pero tampoco es para lo que la necesito. Una de mis mayores preocupaciones era lo incómodo del sillín, muy estrecho y duro. Y es verdad que lo es, pero con los días me he ido acostumbrando. Quizá sería conveniente mirar alguno de esos cojines de gel que se pueden acoplar. Pero me da miedo entonces que sea más alta de lo que ya es.
Una cosa molesta que ha ido incrementando a lo largo del viaje son las vibraciones que transmitía el manillar. En las autopistas, sobre todo a la ida, se me llegaban a dormir las manos al cabo de unas cuantas horas. Pero el mayor problema son las sacudidas –shimmies– que notaba entre 80 y 100 km/h. Clásicamente suelen ser debidos a problemas con el tren posterior, generalmente desgaste del neumático. El neumático estaba casi en las últimas -han llegado como para hacer 1000 o 2000 kilómetros más, tanto el delantero como el trasero. Esta moto gasta los dos neumáticos por igual…-. Si le añadimos el peso de las maletas, lógicamente la geometría de la moto cambia, por mucho que haya intentado compensar con el reglaje del amortiguador. Acabo de quitarle las maletas. Mañana veremos si sigue vibrando.
Los consumos han sido muy comedidos los días que no he pisado la autopista -del orden de 4,2 litros/100km- pero me han sorprendido por lo elevados en las vías rápidas, donde se disparaban a los 6 litros, sin hacer puntas de velocidad muy grandes. Obviamente las maletas muy aerodinámicas no eran, y supongo que esa es la explicación más plausible.
Accesorios:

Los faros auxiliares me tienen enamorado. Me gustan estéticamente, y cuando los conectas de noche, se hace de día. Obviamente de noche deslumbran, y hay que usarlos como si fueran largas, pero la mayor utilidad la he encontrado de día, donde aumentan enormemente tu visibilidad a los otros vehículos. Vamos, que se enteran que vienes.

Soberbia la idea de incorporar un candado de bici para dejar allí el casco cuando me alejo de la moto. No cabe en las maletas laterales, y muy justo en el cofre, siempre que esté vacío.
Gadgets:


El intercomunicador Midland BT2 ha sido de gran utilidad para amenizar los tramos interminables. Por autopista, si se instalan los altavoces de manera correcta, permite escuchar bien la música -conectando via bluetooth el iPhone- hasta los 120 km/h. Más allá, o cuando hay mucho viento, comienzan a molestar. Obviamente no los he utilizado como intercomunicador, y sí algunas veces como teléfono manos libres, pero su mayor funcionalidad la encuentro en escuchar música. El pero es que se le acaba bastante rápido la batería, y en 4 o 5 horas de uso contínuo -al menos mi unidad- ya comienza a fallar. Tendré que probar sustituir el bluetooth por un cable, y así supongo que consumirá menos.
Otros:
He llevado demasiado equipaje. La mitad de las camisetas ni las he usado. He llevado dos mochilas para la cámara y objetivos, una para el transporte en la moto y otra para usarla mientas hago turismo, y podría haber llevado únicamente la pequeña. Así tendría más espacio para repartir la mochila de la ropa -que evidentemente ocupará más de cara al viaje al Cabo Norte-. En este sentido, el viaje ha sido muy provechoso para darme cuenta de ello.
El kilometraje que he ido haciendo también me ha servido para comprobar determinadas cosas: puedo aguantar sin dificultad unas 6 horas encima de la moto cada día. Obviamente el primer día de viaje puedes tirar más largo, y se pueden hacer 8 o 10, y llegar más allá de los 1000 kilómetros, pero estas alegrías no te las puedes permitir durante muchos días seguidos. Así que planificaré el viaje en etapas de unos 600 – 800 kilómetros, dependiendo del tipo de vía -intentaré utilizar la mínima autopista posible-.
Bueno, éstas han sido mis conclusiones después de 2.499 kilómetros en 35 horas y 55 minutos. Y en base a ellas seguiré preparando el viaje. TheLongWayLeft ya es historia, Ahora solo quedan 4 meses para TheLongWayNorth!!