La Ruta Turca. De Matera a Bari. 09JUL2019

—Pero esta reserva es para dos personas con dos motos— dijo el encargado del check-in del ferry que nos debe llevar a Albania.

—Ya —le dije —Pero sólo llevamos una moto.

—¿Averiada? —dijo inocentemente.

—No. Robada —dije con cara de pena mientras él ponía cara de sorpresa. Como si fuera sorprendente que te roben la moto en Sicilia. A mí me suele pasar.

—OK, no hay problema, señor —dijo. —Pero… Los billetes son para mañana.

Pero comencemos por el principio. Desayuno en Matera***, con unas vistas excepcionales de la ciudad rupestre. Por la noche ya pudimos recorrer una parte, y durante la mañana pudimos constatar que es uno de los mejores lugares del viaje, de momento. Escalera arriba, escalera abajo, te vas encontrando con infinidad de pequeñas fachadas con su puertecita, que acaba estando excavada en la roca. Algunas en mejor conservación que otras. Y tras visitar una de sus iglesias rupestres, excavadas y con frescos en la húmeda roca, llegamos a la catedral, en todo lo alto. Y si piensas que ahí se acaba todo, te equivocas. Porque del otro lado de la montaña las pequeñas edificaciones excavadas siguen y siguen casi hasta el infinito. Es el Sasso de Matera.

Y después de un buen rato de subir escaleras, un buen trecho de moto para descansar. El siguiente punto de ruta es Lecce**. La verdad es que había eliminado algún que otro punto para poder ver con tranquilidad Matera. Pero Lecce parecía importante. El calor y la necesidad de comprar una batería externa decente nos hizo parar en las afueras de Brindisi. 37º o 38º. Y Lecce… bueno, la plaza del Duomo estaba bien, y el anfiteatro también. Y además allí vimos los primeros nubarrones de todo el viaje.

Diez minutos después estaba diluviando. Y nosotros en la moto. Los chubasqueros… los chubasqueros los tiene LaMerkel. O mejor dicho, un siciliano que espero le salga un sarpullido cuando se los ponga. Pero agradecimos mucho la lluvia. 15 minutos de lluvia, 20 minutos mojados, pero la temperatura bajó a los 24ºC casi durante una hora. Y eso es muy de agradecer.

Con todo eso llegamos a Alberobello***, la verda muy justos de tiempo para coger el ferry. Nos dimos un paseo rápido por la sorprendente localidad de los tejados cónicos de piedra. Demasiado rápido para mi gusto, pero me gusta llegar con tiempo a los ferrys… Pero quizá no con un día de adelanto.

El final de la historia es que el chico del check-in del ferry nos cambió los billetes para hoy, sin coste alguno. Y media hora más tarde habíamos pasado aduana y estábamos ya embarcados. La verdad es que teníamos miedo por los históricos retrasos de este ferry, pero hoy va medio vacío (o menos) y todo está muy tranquilo.

Y ahora a navegar, y mañana a atravesar Albania de norte a sur. Mañana comienza otra etapa del viaje muy diferente.

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