Si la aventura es que te vayan surgiendo imprevistos y los vayas solucionando uno a uno, hoy hemos tenido un día repleto.
Después de planificar durante el domingo qué iba a ser de nuestro viaje, todo comenzaba en ponerle unas maletas a la moto de Belén para poder meter todo el equipaje que iba en la 1200. Teníamos hasta los puntos de venta Givi localizados, ya que la 650 ya llevaba los anclajes instalados de esa marca. Al llegar a la primera tienda, resulta que solo tienen una maleta compatible. Una. Y nos hacían falta dos. Así que fuimos a la segunda tienda de nuestra lista. Y allí… no tenían ninguna. Primer problema.
La solución? Bueno, intentaríamos ir con la maleta que tenemos más la que había en la primera tienda. Unas cinchas y podremos llevar también la comida. Pero… segundo problema: falta un tetón en los soporte de maleta, imprescindible para poder llevarlas. Esperemos que en la tienda nos lo solucionen.
Al llegar nuevamente a la primera tienda nos llevamos la sorpresa de que el chico, que parecía un soso, se había tomado la molestia de buscar otras maletas compatibles. Y había encontrado unas Kappa que tenían en stock. Y como se había dado cuenta de que faltaba el tetón, ya había encontrado un recambio. Para que veas que las primeras impresiones no suelen ser buenas.
Además de las maletas, compramos unos guantes que se quedaron con mi GS, un soporte para el móvil y un adaptador de mechero para enchufarlo: todo lo necesario para seguir ruta.
Segundo problema: el cargador de mechero no va. Y el GPS va gastando la. Avería del móvil a marchas forzadas. Me aprendo las instrucciones más importantes mientras salimos de Sicilia en el ferry, degustando in extremos una Aranciana, el plato típico (una bola de arroz rellena de carne y rebozada).
A medio camino, paramos en un pueblo a la búsqueda de un chino o algo parecido donde comprar una batería externa para poder cargar el móvil: ya no nos queda batería y aún no hemos reservado alojamiento. Y tampoco sé cómo seguir la ruta. Finalmente encontramos uno, aunque de poca capacidad, que me da para cargar medianamente el iPhone. Pero conseguimos reservar y usar el GPS de momento.
Otro problema surge en una parada para descansar en un área de la autovía mientras tomamos lo que aquí entienden por un café con hielo: tiene los ojos azules, algo mióticos y se acerca mucho a mi cara para decirme que los napolitanos y sicilianos en realidad descienden de españoles. Lo decía con una seguridad pasmosa y un aliento a alcohol importante. No los lo pudimos sacar de encima en los 15 minutos que estuvimos descansando. No sé ni de dónde salió y mucho menos dónde fue. Pero estar, estuvo.
Así, sin comerlo ni beberlo, hemos llegado a Matera***, recuperando el día perdido en Catania. La verdad es que nos hemos saltado unas cuantas cosas pendientes de ver, pero lo que hemos visto las pocas horas que llevamos en Matera es simplemente espectacular. Mañana nos daremos un garbeo de día, pero promete ser lo mejor que hemos visto hasta la fecha. De momento me quedo con la puesta de sol que hemos podido observar desde la ventana. Y es que así es la aventura: cuando consigues dominarla, te proporciona momentos increíbles.