“Caer chuzos de punta”: fig. coloq. loc. Dícese de la cantidad de agua que les han caído a Belén y Sergio camino de Mostar.
Y mira que el día comenzaba bien con sus 19 graditos y un sol radiante. Y así iniciamos viaje por Bosnia y Herzegovina en lo que sería un día espectacular sobre la moto (hasta llegar a los chuzos de punta, claro).
Primera anotación: La M14 desde Bihac hasta Bosanska Krupa es una pura maravilla. El asfalto así así, pero los paisajes… El río bravío en algunos momentos, calmado y cristalino en otros, con pequeñas islitas plagadas de árboles, juncos aquí y allí… Y decenas de pasos a nivel sin barrera (es Bosnia, ¿qué querías?).
Después de un buen rato llegamos a Banja Luka, y fuimos directos a ver su catedral ortodoxa. Coqueta, muy fotogénica. Y por dentro, como corresponde, con iconos de fondo dorado y los techos profusamente pintados con pantocrator, vírgenes y santos en vivos colores. De dentro, por respeto, decidimos no hacer fotos, porque la gran mayoría de la gente que había allí no estaba de turismo. ![](http://thelongwaynorth.com/wp-content/uploads/2022/08/14581740-B150-4344-8B9F-8000CA1C7A96-768x1024.png)
Segunda anotación: La M16 desde poco después de salir de Banja Luka hasta casi Jajce es también de una belleza espectacular: transitas junto al río Vrbas y sus colores turquesas, algunas veces anchísimo como cuando forma la herradura (vale la pena pararse: el punto sale en google maps). Otras veces más estrecho, cruzado por puentes que en su día después de la guerra fueron provisionales, y a día de hoy parecen definitivos. Alguno estaba igual que cuando lo fotografié allá hace unos 11 años.
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Jajce tiene una cascada de 17 metros que nos hizo sudar para encontrar desde dónde verla. Hay unos miradores en un lado, pero habíamos leído que eran de pago y te quedabas empapado de lo cerca que estabas. En realidad, desde el aparcamiento de esos miradores ya se puede hacer la foto. Pero nosotros fuimos desde el pueblo, que da a una especie de jardines. Aprovechamos para comer nuestras ensaladísimas (esta vez trajimos tenedores… bueno, tenedor, que cometimos un error de selección al traerlos).
Y a partir de ahí… el diluvio. Dos truenos y aparecieron los chuzos, de punta, sin punta, del través y del revés. Paramos en una gasolinera a forrarnos de chubasqueros y seguir para delante. Pero fueron tres horas sin parar de llover, con relámpagos y truenos resonando en todos lados. Seguíamos hacia Jablanica y Mostar. A la hora de parar en una gasolinera, elegimos una por tener un precio ajustado… ¡Error! Al ir a pagar… la tormenta le había dejado sin internet, y el datáfono se negaba a colaborar. ¡Y no llevábamos efectivo! La única solución fue dejar a Belén en prenda y retroceder 10 kilómetros hacia atrás bajo la tormenta a sacar dinero en un cajero. Y volver a la gasolinera, claro…
Tercera anotación, ya más conocida: la M17 desde Jablanica a Mostar la carretera vuelve a ser espectacular, con unas montañas que suben desordenadas desde la orilla del río Neretva. Comenzaba a amainar, y hasta casi salir tímidamente el sol y el arcoíris, lo que nos permitió levantar la vista del húmedo asfalto y admirar esa naturaleza agreste.
Y en Mostar… pues ya no llovía. Paramos en el hotel, nos despojamos de la ropa mojada, salimos a cruzar el puente justo para ver el saltador (hay unos tipos que saltan por cuatro monedas casi cada hora en punto), y cenar con los pocos marcos bosnios que quedaban admirando el puente iluminado mientras los muyahidines llamaban a la oración desde los múltiples minaretes. En definitiva, y a pesar de los chuzos de punta, uno de los mejores días del viaje. ¡Y anda que no quedan aún días para superarlo!
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