Estoy en Pamplona después de un aburrido viaje por autopista. Rectas, rectas y más rectas me han llevado desde Barcelona hasta la capital navarra. Y pagando. Porque no me seducía nada ir adelantando camiones por la autovía A-2 viendo el viento que hacía.
He salido desde el Hospital de Bellvitge a eso de las 16.30 después de pelearme con los trastos para meterlos todos en las maletas de la BMW. Y es que quizá llevo demasiadas cosas. Ya he visto 2 o 3 que caerán de la lista en el viaje al Cabo Norte. Música de Stereophonics -Long Way Round, no podía ser de otra manera- en mi cabeza y en marcha!!
El trayecto ha estado bien, se me ha hecho más corto de lo que imaginaba. Y eso que la mitad del viaje he tenido que apagar la música, porque el viento me impedía escucharla con claridad. Llevo unos intercomunicadores Midland BT2, que mediante bluetooth me permiten escuchar la música de mi iPhone. No creo que sea ilegal, porque la ley dice algo de “auriculares”, mientras que lo que llevo integrado en el casco son “altavoces”. Pero de todas maneras no me gustaría saber la opinión de la autoridad al respecto.
Conforme iban pasando los kilómetros he recordado cosas que añoraba. Añoraba los mosquitos en la visera -no en vano dicen que la felicidad del motorista es directamente proporcional a los mosquitos de su casco-, añoraba los perales y melocotoneros en flor, a modo de sucursal del Valle del Jerte en la Plana de Lleida, añoraba las cigüeñas sobrevolándome en formación… Esto es la felicidad! Porque muchas veces la felicidad no está en la consecución de tus objetivos sino en el camino hacia ellos. Y muchas veces el destino es el propio camino.
Comienza a hacerse de noche cuando ya me dirijo al norte, enfilando Pamplona. El viento arrecia al pasar Zaragoza -estos maños se habrán dejado alguna puerta abierta, ya que siempre que paso en moto tienen un viento muy molesto-. Los faros suplementarios van estupendamente tanto para ver algo mejor como para ser visto por los camiones que voy adelantando. La puesta de sol ya ha acabado por mi izquierda, pero la luna llena se eleva majestuosamente por mi derecha. Fue un momento mágico.
El hotel se encuentra a las afueras de Pamplona, en la llamada “Ciudad del Transporte”. No está mal, siempre que seas un camionero… aunque la habitación es bastante decente, para ser un tres estrellas. Me quito la ropa de romano, me pongo ropa más normal y escapo al centro de Pamplona. Plaza del Castillo, Calle de la Estafeta… Una cena a base de un vino y una tostada de jamón, 4 fotos y a descansar. Mañana se espera lluvia, y de camino al hotel me ha comenzado a chispear ligeramente, así que hay que descansar.
Puedes descargarte la ruta, recién sacada de mi GPS, para verla en Google Earh aquí.
Y si no tienes Google Earth, también la puedes ver aquí.
DATOS DE LA RUTA:
470km
4.04h en movimiento
41minutos detenido
Velocidad media: 110km/h
Consumo medio: 6 l/100km