Nuestras rutas nos han llevado un par de veces a recorrer las tierras alicantinas. En una primera ocasión, el destino ineludible era visitar el Cabo de la Nao, esa nariz respingona de la península ibérica que se adentra en el Meditarráneo. Las vistas desde el cabo y alrededores son espectaculares, si hace buen día. Y ese día el final del invierno nos regaló con un día fantástico. Dormimos en Calpe, una población con un casco antiguo que se diferencia mucho de la parte turística del pueblo, donde no dudamos en ir a cenar en El Andaluz uno de los mejores arroces negros que he probado (sí, ya sé que cenar paella es muy de guiri, pero no pudimos resistirnos). El Peñón de Ifach es sin duda el atractivo turístico de estas playas, así que no dejes de verlo aunque te de alergia la arena como a mi.
De la capital Alicante no tengo especiales memorias motociclísticas, excepto que de allí partimos en el primer Punta a Punta que desde esa ciudad nos llevó hasta Lisboa en una ruta memorable de tres días.
En otra ruta más cercana en el tiempo, decidimos recorrer la ruta que realizó el Cid Campeador en la defensa de Valencia. Y entre diferentes poblaciones que recorrimos, tengo que destacar Biar, a la que llegamos buscando un antiguo acueducto del que solo quedan dos o tres arcos, pero desde donde descubrimos la imponencia de su castillo.
Y cerca de allí, Novelda, de la que destaco sin duda el Santuario de Santa María Magdalena, a las afueras, plantada en una pequeña colina. Su construcción es reciente, del siglo XX, con un estilo modernista que, sin ser lo que estoy acostumbrado en Barcelona, resulta cuanto menos sorprendente. No te molestes en visitar su interior, que es más bien soso.
Y si de castillos medievales hablamos, no podemos dejar de nombrar a Villena, donde además de otros atractivos, destaca sin duda su Castillo de la Atalaya, colocado como su nombre indica, en un promontorio rocoso que domina la ciudad. Puedes llegar hasta un mirador en la calle Calvario que te sitúa en una posición privilegiada para contemplarlo, aunque por la tarde te quedará un poco a contraluz como me pasó a mi.
En definitiva, una provincia de la que he huído en bastantes ocasiones asustado por su fama de turismo de playa completamente desmerecido, sobre todo cuando la visitas en un invierno soleado. El interior es otra cosa, aunque siempre debemos tener en cuenta su historia, fundamentalmente dominada por los musulmanes hasta tiempos bastante posteriores respecto al norte de la península, por lo que no esperes ermitas románicas ni góticas, sino castillos casi todos ellos de procedencia morisca.