Click! Un leve giro a la llave de contacto y el motor de la BMW dejó de ronronear. Silencio, solamente ese lejano pitido que se te queda en los oídos tras unas cuantas horas en moto. El cuadro de mandos se apagó y me pareció ver cómo la GS cerraba los ojos para descansar. Habíamos llegado a casa.
Rutinas. Esta mañana fue la última vez que cargábamos el equipaje en la moto. No hacía falta decir nada. Los dos sabíamos qué había que hacer y en qué orden. Como en la natación sincronizada, mientras uno ataba el pulpo el otro cerraba la maleta. Un acto que los primeros días nos llevaba cierto tiempo ahora lo acabábamos en minutos. Cerré con llave la última maleta sabiendo que la próxima vez que la abriera la Ruta Polaca habría finalizado.
Los kilómetros iban pasando e intentaba no aburrirme con algún tonto pasatiempo como mirar las matrículas de los coches que iban a nuestro lado. Alemania, Bélgica, Polonia, Holanda… Sonreí. Habíamos pasado por todos esos países. Ya los tenemos casi todos… También jugué a los colores, como suele hacer Belén. Recuerdo el blanco de los acantilados de Etretat, el verde de los pastos del Tirol, el azul del Lago di Como, el rojo de las montañas de las Gorges de Daluis, el amarillo de los campos de girasoles polacos y también el negro del alma de Auschwitz. Ese es el arco iris que me llevo de esta ruta.
Rutinas. Paramos a comer un crepe en Colliure, como solemos hacer siempre que podemos al acabar una gran ruta. Es otra de nuestras rutinas y me encanta. Es el parón que necesitamos para cambiar el chip. Desde allí solo nos queda hora y media y todo habrá acabado. Es el último respiro.
La moto reposa ya en el parking, casi con lo ojos cerrados. En un mes la he llevado por sitios alucinantes, la he metido por caminos ponzoñosos, la he exprimido en autopistas alemanas y he hecho que bailara en miles de tornantis italianos. Y no se ha quejado ni una sola vez. Esta noche tiene el descanso merecido. Mañana por la mañana volveremos a la rutina. Pero algo será diferente. La arrancaré para irme a trabajar y comenzará una nueva aventura. Porque la aventura no hay que ir a buscarla. La aventura es una actitud que se encuentra día a día.
Muchísimas gracias a todos.
La aventura es una forma de vida.
Finalizando esta gran ruta, tenéis una más para apuntar en esa lista de la que un día te enorgullecerás gratamente al verla.
Fantástico chicos! Enhorabuena!
Hacer un viaje como el vuestro es una pasada. Narrarlo simultaneamente aun lo es más.
Gracias
Empiezo por el final porque los finales suelen ser lo mejor. Y ese silencio después del «click» lo corrobora. Ahora comienza mi viaje por el tuyo.
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Una frase para concluir esta fantastica crónica de un magnifico viaje…
«Porque la aventura no hay que ir a buscarla. La aventura es una actitud que se encuentra día a día.»
Muchas gracias Sergio por permitirme soñar, apuntados quedan muchos lugares que visitar en el futuro.
Un saludo. – LULO –