Un paseo por la Catalunya Norte
Son 590. Ni 4, ni 8, ni 15, ni 16 ni 23 ni 42. 590 es mi “número chungo”. Desde que conzco esa cifra escandalosa, a veces pienso que no seré capaz. 590 son la cantidad de kilómetros que he de hacer cada día durante el viaje al Cabo Norte. Algunos días más, y algunos días menos… es lo que tienen las medias (las medias estadísticas, me refiero).
Por ese motivo, cualquier excusa para ponerme encima de la moto y hacer kilómetros no la dejo desaprovechar. He de autoconvencerme que puedo hacer 590 kilómetros al día durante 26 días (vamos mal… solamente de escribirlo me entra vértigo…). Este fin de semana, tras aplazarse un viaje previsto a Biarritz (en moto, por supuesto… pero esa es otra historia y será contada en otra ocasión), aproveché una salida motera de mis amigos para ir a hacer kilómetros. No han sido 590, han sido unos pocos menos, unos 445 en poco más de 5 horas y media. Algo de autovía y mucho de carretera de montaña. Ripoll, Berga, Coll de Nargó… las poblaciones iban apareciendo y desapareciendo rodeando la carretera. Algunas veces con buen asfalto, otras con no tanto; algunas veces húmeda pero la mayoría en seco; pero siempre divertidas. Durante el trayecto hemos tenido que socorrer a una Ducati Monster que ha acabado bajo el guardarraíl de estas carreteras de montaña, afortunadamente sin consecuencias graves para sus ocupantes. Durante más de una hora hemos demostrado que el espíritu motero sigue ahí, a la espera de ayudar al compañero accidentado hasta que lleguen las asistencias. Y eso reconforta tanto por hacer de buen samaritano como por saber, a ciencia cierta, que si yo me encuentro en esa situación, alguno de nuestra “familia motera” vendrá a socorrerme.
Los neumáticos de la BMW F800GS no se encuentran en su mejor momento ni mucho menos. Están en fase de “estirar” su duración lo máximo posible, y por ello no me daban excesiva confianza. Pero aún así hemos ido lo suficientemente rápidos como para que me plantee si estos kilómetros me han servido de entrenamiento. Pero sí, ha habido algunos aspectos interesantísimos que servirán en gran medida para el gran viaje.
El GPS. El alimentador del GPS falla más que una escopeta de feria, y al final he decidido utilizarlo con las pilas, en lugar de con la toma de corriente de la BMW. Es un detalle a mejorar de cara al próximo viaje.
El casco. Llevo dos días utilizando un Shoei Multitech convertible que me ha dado buenas sensaciones. A pesar de ser menos liviano que mi BMW Enduro, su mayor aerodinámica lo hace más confortable. Hoy me he puesto el habitual BMW y en la autovía, con bastante viento y a un ritmo rapidillo se hace muy incómodo. Claro que las ventajas de la gran amplitud de visión y la comodidad también pesan, pero con viento no hay color. Además un convertible me permite hacer fotos sin quitarme el casco (llevo una reflex). Es un dato que seguiré analizando antes de tomar la decisión definitiva.
El ir acompañado. Indudablemente echaré en falta las risas que me pego con mis amigos en las paradas. Indudablemente es mucho más divertido ir en compañía. Pero las paradas siempre son más largas, los adelantamientos se eternizan y en definitiva se pierde tiempo. A demás, TheLongWayNorth es un viaje de aventura, y la aventura está en esa cifra mágica (590) y en la soledad durante 26 días.
En definitiva, una salida a un ritmo elevado, que no tiene nada que ver con el viaje de este verano… pero del que se puede aprender y madurar. Lo maduraremos esta semana, porque la semana que viene todos Salimos a dar una Vuelta con Fabián. No? (que por cierto, me ha nombrado su médico oficial durante su viaje de dos años… y yo encantado!! Esperemos que no me de nada de trabajo!).
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