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De Montpellier a Torino. La Ruta Adriática. 2

Calor. Lo único que quería era regresar a la fuente de Saignon para volver a refrescar mi gorra y esperar a que chorretones de gélida agua resbalaran por mi cuerpo, antes de desaparecer a los pocos segundos evaporados al entrar en contacto con los más de 40ºC de mi piel. ¿Exagero? Sí, un poco.

Pero es que el día ya amaneció caluroso en Montpellier. A pocos centenares de metros del hote estaba la primera parada, L’Arbre Blanc: un edificio de viviendas que se asemejaba a eso, a un gran árbol blanco donde cada balcón era una rama. Difícil de explicar, fácil de buscar en google y verlo. Así que ya tardas.

Atravesamos la Camarga de forma fugaz, destino de tantos viajes anteriores. Olores a lodo, a aceite y a heno. Caballos, garzas, garcetas… pero esta vez no hay toros de cuernos esbeltos.

En la Abadía de Saint Roman tuvimos que hacer una excursión desde el parking hasta el complejo troglodítico, donde las celdas, las tumbas e incluso la iglesia estaban excavadas en la roca. Mira que veo más fácil ir poniendo una piedra encima de la otra, construyendo una catedral si quieres… pero a estos franceses de Saint Roman les dio por excavar.

Ya estábamos a más de 34ºC cuando llegamos a Saignon, un típico pueblecito provenzal con las casas de piedra y los porticones de color lavanda. Subimos a La Roca, el castillo que suele tener en lo más alto cualquier pueblecito que se precie. Bueno, Belén se sube mientras yo la miro desde abajo. Tras la penosa ascensión, nos pusimos ciegos de sardinas con tomate al pie de la fuente. ¡Y vaya fuente! Fresca, refrescante, gélida,…

Pero había que seguir ruta. Pasamos por las Roches des Pénitents, una especie de Montserrat de pocas decenas de metros que admiramos desde las motos, sin parar. Teníamos que llegar a Sisteron, último pueblo francés que visitaríamos hoy. Conseguimos aparcar las motos, comprar un agua fría y pasear hasta la orilla del río para ver sus curiosas formaciones rocosas.

Y una vez visto, rumbo a Italia. Cambiamos la ruta prevista, ya que se iba haciendo tarde. Briançon y el Col de Montgenèvre, llegando a Italia cerca de Sestriére. Se agradecieron los 19ºC  que había en la cima. Y luego, la bajada, disfrutando de las curvas italianas, mirando cómo el termómetro volvía a subir hasta casi los 30ºC y teniendo cuidado de los italianos, que a pesar de ser el norte de Italia, ya ejercen de ser un poco caóticos en su conducción. Mil ojos para ir acostumbrándonos a lo que nos encontraremos en los Balcanes.

Finalmente llegamos a Torino sobre las ocho y media de la tarde. Tras alojarnos en el hotel, mirar por la ventana la inexistencia de vistas y ducharnos para recuperar una temperatura corporal normal, salimos a degustar nuestras primeras pizzas italianas acompañadas de Birra Moretti. Y con esa alegría en el cuerpo acabo de escribir esta crónica. Seleccionaré una foto cualquiera para ponerla ahí arriba de todo, y me dispondré a reponer fuerzas para mañana, que promete ser un día igual o más interesante y algo menos cansado. Ale, que a las 8 de la mañana comienzan a poner multas allá donde hemos dejado las motos. Buenas noches.

El track de la ruta:

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Una ruta por… Segovia


Nuestro paseo de ese fin de semana nos deparó un par de agradables sorpresas en forma de agradables carreteritas secundarias en las que disfrutamos de la ruta. Pero no adelantemos acontecimientos, y pongamos el contexto.

El contexto era «ola de calor extremo en toda España», con lo que a la postre serían cifras récord de temperaturas para el mes de Mayo en toda la historia de registros meteorológicos. 35º a la sombra para el sábado, vamos. Así que nos pusimos nuestros trajes de verano, nuestro chaleco refrigerado por agua (una maravilla) y… al lío!

Comenzamos con un clásico, como es el cañón del Río Mesa, comenzando desde el embalse de la Tranquera. Para mí, uno de los cañones más espectaculares de la península, por lo cerrado y escarpado de sus paredes. Si no lo conoces… ya tardas! Parada a hacer la foto de rigor en Chaorna, un pueblecito incrustado en la pared de la montaña y seguimos hacia Sigüenza, donde no paramos por la cantidad de veces que hemos dormido allí y visto al Doncel.

La iglesia de Sta. Mª de la Varga nos sorprendió. Se encuentra a las afueras de Uceda. Es una bonita iglesia románica… a la que le falta la mitad frontal, además del tejado. Y que han reconvertido en cementerio! Digna de ver. Además de ahí mismo sale una antiquísima y empinadísima calzada romana que conserva varios tramos de piedra.

Santa María de la Varga

La ruta por los pueblos negros de Madrid comenzó torcida, ya que en Patones de Arriba no pudimos ni parar la moto, de la cantidad de coches que inundaban hasta los arcenes de la carretera. Decidimos dejarlo para otra ocasión. Seguimos hacia la Sierra del Rincón, que me sorprendió de la cantidad (millones de millones) de flores de jara que inundaban de blanco todo lo que abarcaba la vista. Además de ello, las vistas de las laderas de las montañas enmarcaban una carretera ratonera, que a decir verdad se nos hizo un poco bola a esas alturas de ruta que ya llevábamos. Los pueblos… pues pse: demasiado remodelados y restaurados, convertidos en segunda vivienda de urbanitas con cierto poder adquisitivo. Al menos paramos en La Hiruela, donde el poder lo ejercían los miles de mosquitos que pululaban por sus calles de piedra.

Y acabamos en Segovia, en las afueras, justo cuando las tormentas descargaron con fuerza, mientras nosotros las observábamos desde la seguridad del hotel. El Venta Magullo, donde cenamos con la presión de sustituir a nuestro habitual Mesón José María y su ribera del Duero «Pago de Carraovejas». No fue lo mismo, pero los postres bien vale que si pasáis por allí, os deis un homenaje.

El domingo amaneció con temperaturas mucho más agradables. Chaleco en la maleta e incluso nos tuvimos que parar a poner un forro. La primera parada, a presentar nuestras nuevas Ducati al Acueducto de Segovia. Paramos justo en su base, y con la atenta mirada de los policías locales, a los que perjuramos que solo era una foto y nos largábamos, inmortalizamos el momento.

Riaza, de la que utilizamos su plaza para abrigarnos algo más, sirvió de inicio de una espectacular carretera, con un trazado muy divertido y un asfalto perfecto que nos llevó a Madriguera y su espectacular color rojizo y luego a Somolinos, con curiosas formaciones rocosas. Paramos el Albendiego para volver a admirar el impresionante ábside de la iglesia de Santa Coloma, donde ya estuvimos hace unos años. Después, la última parada fue en Medinaceli, para conectar ese acueducto romano de Segovia donde comenzaba la ruta, con el Arco del Triunfo de Medinaceli, previamente a meternos en la autovía y acabar la ruta.



En definitiva, sorpresón en las carreteras de la Sierra del Rincón, así como en la SG-V-1111 entre Riaza y Madriguera. No os las perdáis. Tenéis los enlaces de las rutas en Wikiloc ahí abajo (y el vídeo del fin de semana ahí arriba).

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El bucle vasco-navarro

Este fin de semana disponíamos de algo más tiempo de lo que nos viene siendo habitual, y pudimos salir de ruta tanto sábado como domingo. Así que nos levantamos pronto y aprovechamos esos dos días de ambiente primaveral.

Los primeros 150 kilómetros fueron anodinos. Bueno, todo lo anodinos que pueden ser los kilómetros con dos Ducati Multistrada, donde cada adelantamiento y cada roscada de puño supone una sonrisa en la cara. Llegamos al primer punto previsto, La Basílica de San Gregorio Ostiente. Se encuentra en lo alto de un monte muy cerca de Los Arcos, donde está el circuito de carreras. Mira que pasamos solo por la carretera, pero me da a mi que Los Arcos tiene mucho encanto. De hecho me lo apunté para volver. Pero hoy tocaba subir a San Gregorio. Pista asfaltada estrechísima y con mucha pendiente, que se iba elevando rápidamente sobre los preciosos campos de colza que están en esta época del año en todo su esplendor. Y arriba… la pequeña iglesia, con un sorprendente pórtico barroco con sus columnas salomónicas y todo. Como desproporcionado, me pareció. Y cerrada. Y eso que me había cerciorado de los horarios. Allí no había ni el tato. Pero no nos importó mucho. Las vistas lo suplían todo.

A pocos kilómetros de allí, siguiendo una divertida carreterita de montaña, se encuentra el Santuario de Codés, punto de partida de múltiples excursiones por la montaña navarra. El entorno es maravilloso, con las escarpadas montañas rodeando todo el santuario… que también estaba cerrado. Pero tampoco nos importó, porque lo que veníamos a buscar era la foto con las montañas. Pero vamos… que sorprende.

Ya enfilando hacia el norte, y extasiados con la verdura de las montañas navarro-euskaldunas, nos fuimos acercando a la ermita de la Antigua…. que estaba ya cerrada cuando llegamos casi a la hora de comer. ¡Pero bueno! ¿Qué planificación es ésta? Pero tampoco nos importó, porque ya la habíamos visto hace unos pocos años, y en realidad comimos muy a gusto en la ladera verde que rodea la ermita.

Continuamos hacia el norte, atravesando riberas de ríos, colinas y montañas vascas, hasta llegar a Lekeitio. Allí solo íbamos a ver el Cantábrico… y a comenzar una de las carreteras más impresionantes de nuestra geografía: la BI-3438 (y luego GI-638) desde Lekeitio a Deva. Curvitas de esas para bailar con tu moto, entre los bosques de eucaliptus y la escarpada costa del Cantábrico. Cada vez que venimos aquí a rodar cargamos las pilas para muchos meses.

Nos paramos nuevamente en Zumaia, para ver la ermita de San Telmo, pero para bajar a la playa y conocer de cerca la verdadera joya de esta zona: el flysch. Lascas y más lascas de roca que cortan la montaña, la playa y el mar como si de un cuchillo se tratara. Todo un hallazgo que nos sorprendió aunque ya lo habíamos visto de lejos en multitud de ocasiones. No dejéis de bajar a la playa de Zumaia en cuanto podáis.

Y ya para el hotel, que esta vez era un sencillo B&B en plena carretera entre Errenteria y Pasaia. Cenaríamos de lujo en el Yola Berri de Pasajes de San Juan, con unas maravillosas vistas a la ría. Ojito a la hora de aparcar la moto, que ponen multas si la dejas en la acera. 32€ con pronto pago nos soplaron…

Al día siguiente tocaba el viaje de retorno. Sin nada muy organizado, en el último momento elegimos la GI-3420 (y luego NA-4000) que va de Oyarzun a Lesaka. ¡Qué festival de verdes nos dimos! Fueron 80 kilómetros de ensueño, rodeados de bosques, lagos, rayos de sol filtrándose entre las hojas… y un asfalto y un trazado envidiables. ¡Sin duda este tramo entra de pleno derecho en mi lista de los TOP 5! Pasamos por el valle de Baztán y seguimos hasta Pamplona por la variante de la Nacional, esquivando los insulsos túneles e intentando exprimir al máximo el fin de semana. Y desde Pamplona, por las rutas habituales llegamos a comer en Zaragoza, después de un fin de semana muy aprovechado de los que hacía muchos meses que no disfrutábamos.

Los archivos .gpx de las rutas de ambos días los podéis encontrar en Wikiloc:

Sábado
Domingo

La ruta de Valencia

Cuando tienes pensada una ruta, pero en el último momento la cambias debido a las condiciones meteorológicas, pueden pasar dos cosas: que aciertas… o que te equivocas. Tras un viaje planificado para retornar a Cuenca y visitar algunos pequeños puntos de interés que no conocíamos, la ola de frío polar que azotaba la zona nos hizo cambiar la ruta el día anterior, buscando las temperaturas más cálidas del Mediterráneo, viajando hasta Valencia. De momento, era todo un acierto. El viento intenso, con rachas de hasta 80 km/h nos quitó la razón y convirtió la ruta en todo un suplicio, caída en parado incluida. Como tenemos el compromiso de contaros tanto lo bueno como lo malo de estas nuevas -para nosotros- Ducati Multistrada, os cuento en el vídeo las consecuencias de una caída en parado con estas motos… Serán tan frágiles como parecen?

Un día por… Navarra

Nos disponíamos a realizar un tipo de ruta que nunca antes habíamos realizado: un día de moto saliendo y llegando el mismo día a Zaragoza. Eso lógicamente limita mucho la distancia a la que podíamos llegar, pero por otro lado nos permitía visitar lugares cercanos a casa a los que nunca accedemos por la necesidad de salir disparados hacia localizaciones más lejanas. Sea como fuera, aquí tenéis lo que da de si un viaje de un día en moto por Navarra.

La Ruta Germánica – El vídeo

Este verano nuestro viaje ha sido corto, de menos de diez días. Pero no por eso hemos dejado de visitar cosas muy recomendables. Viaje intenso y variado, pasando por Alsacia, la Selva Negra, el oeste de Alemania, Holanda, Bélgica y algunos pueblos del Perigord francés. Completito, vamos. Al ser la ruta corta no he querido hacer crónica diaria (para eso tenéis las de Belén en su blog super fresco y espontáneo). Pero aquí tenéis el vídeo de nuestro viaje. Nosotros nos echamos unas cuantas risas, así que espero que os guste.

 

Por cierto, en nada tendréis el track de la ruta y el cuaderno de viaje (que esta vez está saliendo espectacular). Así que atentos!

La Ruta de los Pirineos. Agosto 2018

IMG_1568Ya no sé cuántas rutas de los Pirineos llevamos, unas cuantas. Pero es un destino donde puedes encontrar paisajes que quitan el hipo, pueblos de montaña con encanto, y sobre todo -y eso era lo que buscábamos esta vez- temperaturas agradables en verano.

Pero el viernes fue día de tormenta veraniega, y tuvimos que anular algunos de las visitas previstas para no exponernos mucho a la lluvia. Incluso tuvimos que pasar unos minutos en un bar de Torà esperando que pasara el frente fuerte de tormenta. Pero finalmente llegamos a Andorra incluso con tiempo de realizar algunas compras moteras. Y por la noche, la tradicional -para nosotros- cena en una pequeña pizzería donde hacen unas sopas de cebolla de muerte.

Por la mañana, y ya pasando frío en el Pas de la Casa, bajamos por la vertiente francesa con una copiosa niebla (no habíamos venido a por el fresquito? Pues TOMA DOS TAZAS!). El primer destino eran las grottes de Mas d’Azil, una cueva enorme -pasa la carretera y un río por dentro- muy similar a la Cuevona de Asturias, quizá algo más grande, pero con menos encanto. De todas formas, destino curioso.

IMG_1552Luego la idea era recorrer diferentes puertos de montaña del Pirineo francés, así que enfilamos el Portet d’Aspet, el Peyresourde y el Col d’Aspin. Pero lo más destacable fueron los pequeños pueblos en los que paramos o a descansar o a tomar un café, que nos sorprendieron sin esperarlo, como deben ser las sorpresas: Saint-Girons, con su relajante río, su mercadillo y bullicio, o luego Bordères-Louron, por citar alguno.

Nos saltamos el Tourmalet, ya algo cansados, para llegar a Lourdes a una hora decente. ¡Qué cantidad de gente! De todos los países imaginables. Peregrinos MUY entraditos en años que paseaban entre las callejuelas repletas de tiendas de merchandising católico con sus sillas de ruedas… Cenamos estupendamente unas galettes bretonas en L’Epi d’Or y luego nos acercamos a la basílica para ver a cientos de fieles con sus velas rezando a la caída del sol…

IMG_1561Y el domingo, de vuelta. El Portalet siempre reconforta, con sus espectaculares vistas, sobre todo por su lado francés. Y después, dos pequeñas perlas, la iglesia de San Juan de Busa, una peculiar iglesia románica, y el monasterio de Santa María de Obarra, que a pesar de ser más grande, no me pareció una visita recomendable.

Y así acabó el día, esperando ya al próximo fin de semana, donde nos adentraremos ya más a las profundidades de Europa. De momento, ya sabéis que en el apartado Libros de Ruta de este mismo blogtenéis disponibles el track de esta ruta y el pdf de nuestro cuaderno de viaje.

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La Ruta de la Camarga, 2018

IMG_1473Siempre que podemos, volvemos a la Camarga. No es más -ni menos- que la desembocadura del Ródano, cerca de Marsella. Para el que no lo conozca, es un espacio natural con multitud de lagunas, aguarales, salinas y fauna salvaje donde abundan hasta flamencos. Y también lugares de interés artístico. Un todo en uno.

La sorpresa de esta nueva visita fue Montpellier. Habíamos dormido ya en algunas ocasiones, pero nunca nos habíamos adentrado en el casco antiguo. Y es espectacular. Callejones pintorescos con infinidad de restaurantes y terrazas repletas -al menos en verano- de gente. Bullicio y alegría por las calles. Un acierto.

El recorrido de esta ruta une los principales lugares de la Camarga, como fueron Le Grau-du-Roi, con su puerto prácticamente integrado en el pueblo que lucía un interesante mercadillo, la siempre interesante ciudad amurallada de Aigues-Mortes, la costera población de Saintes-Maries-de-la-Mer, los enormes estanques de Vaccarès o Fangassier o los tranquilos y delicados canales de Martigues.

IMG_1486Ya por la noche, Arles y su fantástico circo romano, o los lugares inmortalizados por Van Gogh como son la Place du Forum o el puente de Langlois no decepcionan.

IMG_1524Os dejo, en la página de Roadbooks el track de la ruta y nuestro cuaderno de viaje, con impresiones y dibujos rápidos de lo que vimos en esta ruta.

La Ruta de las Gaitas. El vídeo: John O’Groots

Y este es el primer vídeo de la ruta de este verano. Mi primera intención fue hacerlo corto e intenso, pero ha sido imposible. Más de 17 minutos para únicamente ver una pequeña parte de Escocia. Así que como mínimo vendrán dos o tres vídeos más de zonas más interesantes que las que mostramos hoy, donde llegamos al punto más septentrional de Escocia, el mítico John O’Groots. Pero como suele pasar con las grandes historias, había que empezar por el principio. Dentro vídeo.

De Valencia a Elche. Vídeo

Siguiendo la ruta de la defensa de Valencia que hizo en su día el Cid Campeador, nos vamos en nuestras motos desde Valencia a Elche, pasando por la Albufera, Alzira, Xàtiva, Biel, Ontinyent, Bocairent y otros bonitos lugares del Levante. Aquí tienes el último vídeo antes de las vacaciones de verano, que este año vienen más pronto de lo normal.