Lo noté como una bofetada. Una bofetada amable y cariñosa. El mar se batía en duelo con la playa unos cientos de metros más abajo, a mi derecha. El cielo parecía darme tregua, aunque al frente amenazaba lluvia. Pero lo que ocupaba todos mis sentidos en ese momento era el intenso olor a albahaca, desparramándose por todas mis neuronas, atontándolas, emborrachándolas y dejándolas prácticamente anuladas.
Salir de casa solamente con media hora de retraso ha sido todo un logro. Conseguí levantarme a la hora, y es que a pesar de no estar nervioso, no conseguí dormir bien la noche anterior. Pero soy especialista en probar las cosas en el último momento, así que me tocó inventar a la hora de colocar todo el equipaje. Pero vamos, eso ya es marca de la casa.
En el trayecto de hoy me ha dado tiempo a pensar en muchas cosas. Entre ellas, en cómo iba a redactar esta crónica. Mi empeño en escribir a diario a veces me juega malas pasadas. Qué voy a decir de mil kilómetros de autopistas? Pues la verdad que poca cosa. Mis miedos a no conseguir el nivel de otros viajes se acrecentaban con cada kilómetro. Y como cada año, al final dejo que sean mis dedos los que escriban, dejando mi cerebro en standby, una especie de trance mientras digiero la pizza de la cena. Así que estad preparados para cualquier cosa!
Francia… Buff. cada vez odio más ese trozo de autopista. Viento fuerte a la altura de Montpellier, colas y más colas en los peajes franceses… vamos, lo de cada año. En una parada para repostar me encuentro a Karl, un alemán ataviado con una sudadera y unos vaqueros, que vuelve a su país a bordo de su vetusta ZX-10. Al explicarle mis planes me dice que estuvo en Albania hace unos años, camino de Grecia. Me habló de carreteras inexistentes, pistas polvorientas y gente amable. Le dejé hablar. No era momento de decirle que ya estuve el año pasado. O sí, pero no lo hice. Pensé que ese era su momento, no todo el mundo ha estado en Albania. Asentí interesado y le agradecí la información.
Entrar en Italia con ese olor a albahaca fresca ha sido lo mejor del día. Ya no importaban los 36ºC de Francia, ni el viento de la Camarga. Inundar mis sentidos con ese olor ha sido una gran recompensa. Y es que si España huele a ajo, Italia huele a albahaca. En esos pensamientos me hallaba sin apercibirme de los negros nubarrones que se cernían delante mío. Rayos, truenos y oscuridad me esperaban a la salida del túnel. El asfalto se convirtió en piscina. Los coches despedían verdaderos tsunamis hacia los lados, mientras yo intentaba sortearlos con mayor o menor fortuna. El apocalipsis apareció en menos de un minuto.
Y tal como vino, se fue. Reapareció el sol, el asfalto comenzó a secarse y la tierra mojada y el heno húmedo reemplazaron a la albahaca. Sea como fuere, Italia está llena de olores agradables. A poco de llegar, me encontré con una señal que indicaba que estaba cruzando el paralelo 45. “Vaya tontería”, replico en voz alta. Que me señalen el ecuador, el círculo polar ártico o el meridiano de Greenwich lo encuentro lógico, pero el paralelo 45? Aunque puestos a pensar, resulta que en ese preciso momento me encontraba a la misma distancia del ecuador que del polo norte. Anda, pues quieras o no… Mola!
La lluvia volvió a aparecer a pocos kilómetros de Piacenza, una ciudad con un par de plazas interesantes y poco más. Pero una ciudad que me dio la bienvenida con un incipiente y tímido arcoiris, quizá un buen presagio para el primer día de ruta.
Y llegué al peaje. Desde que cogí el ticket al entrar en Italia, unos cuantos kilómetros antes de Génova, no había pagado. Y me encuentro una señal pintada en el suelo que parecía invitar a los motoristas a pasar por el lado de la corta barrera. Paré la moto. Dudé un instante mientras miraba fijamente a la cámara que apuntaba directamente al frontal de mi moto. Al frontal? Apunta al frontal? No había nada que pensar. Gas y hasta luego, Lucas!
Algunos pensarán que estoy loco. Mil kilómetros, algo más de ocho horas encima de la moto, soportando calores agobiantes, lluvia torrencial niebla e incluso frío. Pero yo miro al coche del carril de al lado, encerrado en su burbuja protectora, sin percibir ese calor, esa lluvia y perderse esos olores a albahaca y a heno fresco. Entonces, ¿quién es el loco? Porque señores, viajar en moto es eso. Viajar en moto no es observar el paisaje sino sentirlo. No es disfrutar de un precioso atardecer sino ser parte de él. ¿Entonces a qué estás esperando? Coge la moto y sal ahí fuera. VIVE!!
Balcanes 1
EveryTrail – Find the best hikes in California and beyond
«Algunos pensarán que estoy loco. Mil kilómetros, algo más de ocho horas encima de la moto, soportando calores agobiantes, lluvia torrencial niebla e incluso frío. Pero yo miro al coche del carril de al lado, encerrado en su burbuja protectora, sin percibir ese calor, esa lluvia y perderse esos olores a albahaca y a heno fresco. Entonces, ¿quién es el loco? Porque señores, viajar en moto es eso. Viajar en moto no es observar el paisaje sino sentirlo. No es disfrutar de un precioso atardecer sino ser parte de él. ¿Entonces a qué estás esperando? Coge la moto y sal ahí fuera. VIVE!!»
Esto ultimo me ha emocionado….GRACIAS!!
Pues después de mil kilómetros de autopistas cercanas y requeteconocidas, te has currado una crónica de lo más amena. Lástima que ahora mismo no recuerde exactamente a qué huele la albahaca, lo del ajo lo he sentido mucho mejor, como más cercano. abrazo amigo
Mientras yo disfruto de uno de tus olores favoritos, el de los mapas, tú lo haces del mejor: el del horizonte visto desde una carretera…
Buen viaje!
Bon viatge!!! Ponle albahaca a la pizza!!! 🙂
Serginho.
Segun te leia he sentido que te acompañaba, incluso tambien he olido el alioli ese que dices.
Como mola el roadbook electronico!!!!!! Y eso que es lo que es??????
Como ya te he comentado por «el pajarillo» esa autopista se me hace odiosa pero tu le has sabido sacar partido por lo que leo por aquí. Seguro que la crónica de mañana tiene muchísimos más ingredientes y aromas. Ánimo!
Muy bien Sergio, buen comienzo!!
Pobrecitos los que piensan que estás loco…no saben que se pierden.
Ánimo..!!
Pero bueno mi comentario no sale, ainsss pues como quise decir ayer, enhorabuena, una panzada de km y tú fiel a tu estilo, crónica al DÍA, algo q cuesta. Casi me parecía viajar ahí detrás tuyo, pero…España olor a ajo? ja ja mejor a otra cosa no?. Un besazo y gassssss.
Muy bien.Ya estoy deseando leer el episodio n°2
Perdona el retraso pero aqui estoy,fiel,como siempre.Estupenda crónica que me lanza a la segunda con rapidez…
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Me gustaría que todos los trayectos en moto por autopista fueran así de entretenidos y amenos…
… lamentó leer tú crónica un año después, pero es como el buen vino, gracias, saludos.
– LULO –
Gracias, Lulo. Lo cierto es que las crónicas de viajes generalmente son atemporales. 🙂