De Campobasso a Roma. La Ruta del Adriático. 16

En un puerto italiano al pie de las montañas nos tomamos un helado tras subir unas empinadas rampas para ver las vistas desde arriba. Se llama Gaeta y vale la pena ir a visitarlo. Pero para ello teníamos que atravesar los Apeninos. Menos mal que no tenemos que llegar hasta los Andes.

Salir de Campobasso y saltarnos el primer punto era una declaración de intenciones: teníamos ganas de Roma y queríamos llegar con tiempo de patearla por enésima vez. Así que fuimos directos a Isernia. Un chasco. A pesar de lo que había leído en diferentes blogs, la zona antigua solo tiene de interés una pequeña callejuela central y una fuente de seis caños que es mucho más bonita en las fotos de instagram que al natural. Tenía dos estrellas pero le quito una.

Seguimos hasta Venafro buscando una rareza: el antigua anfiteatro romano ahora es una plazuela hecha de pequeños graneros y dominada por dos enormes chopos. Pero se merecía una visita y además callejeamos un poco por las empinadas rampas del pueblo.

Y tras atravesar los Apeninos (que fue mucho menos épico de lo que parece) llegamos a Gaeta, el pueblo italiano al borde del Tirreno que reposa al pie de elevadas montañas. Vale la visita, no por las vistas desde arriba sino por la visión de la bahía circundada por esas altas montañas. Y por la bajada por un laberinto de escaleras.

Y finalmente Roma, tras perdernos dos veces hasta encontrar la entrada al hotel de las afueras. 20.000 pasos y recorrimos  el Panteón, el templo de Adriano, la Piazza Navona, el Castel Sant’Angelo, San Pedro del Vaticano, la Fontana di Trevi… en fin, todos nuestros rincones preferidos de la ciudad. Bueno, casi todos. Porque de Roma siempre te despides con un arrivederci sabiendo que tarde o temprano volverás.

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