De Roma a Orvieto. La Ruta Adriática. 17

¿350 euros por un hotel cerca de Saturnia? ¿Tamos locos, o qué? Tocaba cambiar de plantes y alterar la ruta prevista. ¿Para eso tanta preparación pre-viaje? Siendo yo tan cuadriculado y obteniendo un placer difícil de explicar cuando “los planes me salen bien”, este inconveniente podría resultar en una malhumoración constante durante todo el día. Pero no. Y es que me gusta poder saltarme lo planificado siempre “que los nuevos planes salgan también bien”.

A ver, que la cosa tampoco era para tanto: cambiar el lugar de dormir, alterar el orden de la ruta, eliminar algún punto poco atractivo y hacer algunos kilómetros de más que se compensarán mañana. Así cualquiera cambia planes…

Salimos de Roma algo tensos, al tener que lidiar con el tráfico matutino de la gran ciudad. Poco a poco las carreteras se fueron estrechando hasta que llegamos al centro. Al mismísimo centro de Italia: Rieti. Y tampoco tiene mucho más que el monumento conmemorativo a esta rareza geográfica. Un paseo por las calles, visita a la catedral, que ni fu ni fa, y visita a una librería localizada,… en una antigua iglesia. Quizá haya sido lo más interesante.

Luego, vagamos por las carreteras en busca del siguiente punto, que estaba algo más lejos. Parada en un pueblo random porque tenía una bonita muralla, a la búsqueda de un supermercado donde comprar algo de fruta y… ¡bingo! Uno de esos pueblos con encanto que te encuentras por el camino sin comerlo ni beberlo. Vitorchiano, se llama. Un agradable paseo por sus callejuelas y unas sorprendentes vistas de sus casas encaramadas al precipicio rocoso.

El plato fuerte del día era la Cività di Bagnoregio: un pueblo encaramado a un peñasco donde solamente se puede acceder por un puente. Euro por moto en el parking, bonitas vistas al pueblo desde el inicio de la excursión hacia el puente, y… 5€ por persona que te avisan cuando ya llevas un buen trozo andado a pleno sol. Valoramos, y decidimos dar media vuelta: lo que veníamos buscando era la vista desde fuera, y esa ya la teníamos.

Pitigliano era el siguiente punto fuerte. Otro pueblo encaramado a la roca, pero esta vez sabíamos a qué veníamos. Este tiene fama. Y se nota en la gente que nos encontramos, nada masificado, pero infinitamente más que en Vitorchiano. Otro paseo por el pueblo y andando.

Las termas de Saturnia fueron el gran fiasco del día: además de que con la nueva ruta quedaban muy a desmano, luego nos encontramos lo que ya esperábamos: una masificación importante, que se veía ya en la carretera, en los pocos puntos donde se podía tener una visión en conjunto. Fue difícil hasta parar con la moto. Fue un punto evitable de la ruta. Igual en otra época del año hubiera sido mejor.

A todo esto, las carreteras desde hacía unas cuantas decenas de kilómetros eran de lo más entretenidas, tanto por el trazado, como por las vistas o… por los baches que tenías que evitar. A pesar de esto último, eran muy disfrutonas. Lo malo es que a esas alturas de la tarde y soportando los calores durante todo el día, estábamos ya para pocas curvas. Así que paramos en Sorano, otro pueblo colgado de la roca y de lo más atractivo. Pero solo para la foto, que aún nos quedaba una hora de curvas hasta el hotel en Orvieto (que por cierto también está encaramado a la roca). Sorano lo apuntamos en “pendientes de volver a visitar”.

La cena, al lado del hotel (no en el propio Orvieto, sino en la carretera) fue una delicia. Y es que ya llevábamos demasiados días de pizza al corte o comida rápida. Ravioli de espinaca, ternera con parmesano y de entrante un bacon sobre una tostada, que se ve que se lleva mucho por Orvieto eso. Ale, voy a metabolizar las cervezas.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.