Que los irlandeses son majos, ya nos lo habían dicho por activa y por pasiva. Pero es que esto es pasarse de majos. Los que me conozcáis sabéis que no soy mucho de interaccionar con la gente que no conozco. Pocas veces me verá alguien iniciar una conversación con alguien porque sí. De hecho, pocas veces pregunto. Pero si hoy no he hablado con más de media docena de desconocidos diferentes…
– Hey! Tomad estos tickets del aparcamiento– nos dijo un motero en el parking de la Calzada de los Gigantes. –Nosotros nos vamos y no hay nadie en la garita, así que no nos los pedirán–. De hecho, una situación extraña para un británico, eso de saltarse las normas. Los irlandeses (aunque sean del norte) son mucho más latinos.
Y así casi en una decena de ocasiones. Desde el señor que veraneaba en Cambrils, hasta el venerable anciano que nos hablaba del tiempo. O la señora que me preguntaba por el modelo de motocicleta y que si sabía que tenía que pasar una campaña…
Pero comencemos la crónica, que me alargo y hoy es muy tarde. Tras una breve pasada por los murales de la zona católica de Belfast y la tristemente famosa Divis Tower, hemos dado una vuelta por el Milltown Cementery. Asombroso poder entrar en moto entre las miles de lápidas. Gracias, Xavi por la info. Y luego para la Causeway Coastal Route a través de espectaculares paisajes de un verde intenso, hasta desviarnos para ver The Dark Hedges, esa carretera con árboles centenarios que se ha hecho famosa ahora por una simple escena de Juego de Tronos. La verdad es que me esperaba más. Es chula, y sabía que a ese hora estaría petada de gente, pero las fotos hacen demasiado honor al sitio. Le he quitado una estrella en mi clasificación particular.
El puente colgante de Carrick-a-Ride es espectacular. No por el puente en sí, que no lo es mucho (ni por las 7 libras de entrada, que me parece una exageración), sino por el fantástico entorno en un día soleado. No me habría cansado nunca de seguir haciendo fotos. Luego nos hemos parado, así de casualidad en un pequeño puerto con dos casas mal contadas, Portbradden se llama. Allí hemos conseguido una tomas de drone de lo más espectacular.
Y luego el plato fuerte del día, la Calzada de los Gigantes. Al principio me he quedado un poco mustio, al ver el enorme complejo turístico de la entrada. Me lo imaginaba algo más… familiar en las fotos que llevo viendo toda la vida. Tras una agradable caminata de veinte minutos llegas a la calzada. Y no puedo decir otra cosa que ESPECTACULAR! Había mucha gente, eso sí. Pero es TAN grande, que puedes hacer fotos sin que se vean mucho, siempre que tengas paciencia y sepas encontrar el ángulo. Ha sido un gran momento, que ha borrado de un plumazo la mala impresión de la entrada. Y si de paso nos sale gratis gracias a la amabilidad de los moteros irlandeses, mejor que mejor!
Después, el Castillo de Dunluce, que ya con el sol algo bajo, no me ha parecido tan impresionante como pensaba. Yo le he quitado otra estrella. Y luego pitando para Derry. O Londonderry, dependiente que seas nacionalista o unionista. O católico o protestante. Y es que el tema independentista está aquí a flor de piel. Sobre todo hoy 12 de julio, día en que los de la Orden de Orange salen a la calle a reivindicar la pertenencia de Irlanda del Norte a la Gran Bretaña. Y alguna marcha hemos podido ver desde lejos. Hasta la señora del bed and breakfast nos ha dicho que hoy los restaurantes cierran más pronto porque la gente no suele salir esta noche por si hay altercados. «¿Entonces, es peligroso?», le he preguntado. «Hummmm… no, creo que no», ha dicho en un tono que no ha sonado muy convincente. Sea como fuere, hemos decidido no bajar a Derry y quedarnos a pocos kilómetros, a cenar lo poco que nos queda para completar la escasa y casi siempre idéntica carta de los restaurantes británo-irlandeses (que ya no sé cómo ser políticamente correcto).
Ale, buenas noches (o buenos días para la mayoría). Click.