[voy escribiendo el título este de LaRutaDeLasGaitas y pienso que en qué momento se me ocurriría ponerle ese título… Porque en Escocia sí, pero en Irlanda todavía no he visto ninguna… Bueno, tampoco he visto ningún pelirrojo aún, así que igual aún hay tiempo]
Y después de la reflexión del día, pasamos a relatar lo que ha dado de sí la ruta de hoy. Ni fú ni fá. Claroscuros. Luces y sombras. Etapa de transición transicional. Claro, mis ánimos no estaban muy arriba cuando al levantarnos he visto el panorama fuera. Por una parte, no llovía. Incluso algún claro se veía. Pero predominaba el negro borrasca. Y después del soleadísimo día de ayer, eso es un bajón.
En Derry (o Londonderry, depende) aún hacía sol. Entras y un pequeño murete de piedra te recuerda que entras en la ciudad amurallada. Y es cierto que su centro está amurallado, pero… ¡éstos no han visto Ávila! Muralla insulsa. Y en su interior, algún edificio interesante, como la catedral católica de St. Eugene.
Luego tocaba el castillo de Glenveagh, en el parque nacional del mismo nombre. Bueno, el parque comenzaba a molar, con montañas onduladas llenas de pastos pero sin ganado. Pero siguiendo la premisa de este viaje, de solo pagar por entrar en determinados lugares ya previamente establecidos, el castillo no entraba en los planes. Tenía la esperanza de una buena foto desde el parking, o poder volar el drone… pero nada de nada. Así que nos fuimos de vacío. Ha sido una de las sombras.
La cascada de Assarancagh no está prácticamente indicada en ningún lado. Tampoco es que sea especialmente espectacular, pero caía cerca de nuestra ruta. Pero mira, sorprendentemente ha molado la vista desde el drone. Enorme cascada no en cantidad de agua o en anchura, pero sí cuando ves desde qué altura el agua va pegando botes hasta llegar al pequeño laguito.
El Glengesh Pass ha sido otra de las luces. Avanzamos por un estrecho valle que rápidamente ascendía por sus laterales con unas pronunciadas laderas completamente verdes, mientras amenazantes nubarrones cubrían las cumbres. Las vistas aéreas no han decepcionado.
Y luego, los acantilados de Slieve Leage. También espectaculares. Carreterita muy estrecha con caída espectacular sin valla en algunos tramos. Y arríba, unas vistas fantásticas de los acantilados, a pesar del fortísimo viento que acrecentaba la sensación de frío. Hemos comido abajo, en el parking, más resguardados del viento. Pero a pesar de ello, y como ya viene siendo habitual, la lluvia ha hecho acto de presencia antes del postre.
Por último, y ya en tiempo de descuento, hemos llegado a la abadía de Sligo, que se encuentra en medio del pueblo. En Irlanda, aunque menos que en Escocia, siguen teniendo unos horarios muy raros, y cerraban a eso de las 18h, media hora antes de nuestra llegada. Y mira que desde fuera apuntaba maneras. Posiblemente, si el tiempo no lo impide, intentaremos una visita mañana. Aunque abren a eso de las 10…
Y ya instalados en una amplísima habitación en un hotel-spa de cuatro estrellacas ubicado en un campo de golf a precio de Bed and Breakfast (sí, a veces tenemos suerte), vamos a ver cómo gestionamos las lluvias que se prevén para mañana y puede que pasado. Vamos a ves si coordinamos los días de buen tiempo con las mejores visitas irlandesas pendientes. Os seguiremos informando, ahora me voy a hacer la digestión del Sligo lamb al punto que nos hemos zampado.