¡Jo! ¡Cómo me gusta Dinamarca! Porque después del calvario de las autopistas alemanas asesinas (bueno, los coches a 200 son los asesinos, las autopistas están ahí paradas sin hacer nada), subes un poco y te encuentras con Dinamarca. La de la Sirenita. La de las galletas de mantequilla. La de las matrículas con ribete rojo. Y eso que desde Hamburgo hemos cogido unas carreteritas entre bosques que nos han hecho disfrutar desde primera hora de la mañana. Sin mencionar el pedazo de desayuno en Nur Hier, una fábrica de pan alemana. Pero entrar en Dinamarca es especial.
Bueno, no tiene nada de especial, realmente. Pasas una frontera vacía, un par de banderitas y ya estás en Dinamarca. Pero lo que yo os diga, que vale la pena. Quizá era el sol y un cielo azul de los azules de verdad. Y la temperatura, muy agradable para estar ya por estas latitudes. ¡Qué digo agradable! ¡Que hacía un calor de mil narices! Pero se agradecía.
Y de agradecer a la Divina Providencia es haberme desviado por una carretera lateral para buscar un lugar donde comer. Ya lo intuía en el GPS, y no me he equivocado. Hemos llegado a un pequeño embarcadero, con unas mesas de picnic y un WC portátil. ¿Qué más podíamos pedir? Bueno, que no hubiera avispas, que no se puede tener todo.
Así que después de una espectacular comida, con sardinas en aceite y fuet, nos hemos metido de lleno en el puente de Storebaelt. ¡Qué pedazo de puente! Aún recuerdo cómo se bamboleaba la moto a la vuelta de la expedición Aurora Borealis al pasar entre sus pilares. ¡Qué miedo! Pero hoy hacía un día estupendo, y las gaviotas volaban a nuestro alrededor despreocupadas y elegantes.
¡Y qué decir de Copenhague! Me encanta Nyhavn, sus terrazas repletas de gente comiendo y bebiendo y sus barcos antiguos atracados para siempre (porque es imposible que salgan por debajo del minúsculo puente donde todo el mundo hace la foto de rigor). Comida en sitio bien (bien que nos han clavado en el precio, pero es que hoy valía la pena el despilfarre económico), y después paseíto para ver a la Sirenita en modo nocturno. Vamos, que no se veía un carajo. Entre negra que es y que no le han puesto ni un triste foco, casi había que imaginársela. Menos mal que me he llevado mi supercámara y que el RAW hace milagros. Un día os lo explico con más calma. Pero quedaros con esto: Pasad del jpg, disparad en RAW (para muestra, la foto de arriba).
Así que hoy que tenía tiempo y podía editar fotos, y poner en orden todos los vídeos, me veo aquí, tumbado en la cama a las doce y media de la noche y sin haber acabado aún la crónica. Es que no aprendo. A ver si mañana Suecia me centra un poco. Aunque a mí, lo que me gusta, es Dinamarca. Jeg elsker Danmark. Buenas noches.
Y se te olvida que las danesas no son todas iguales. Restaurante seguimos a la camarera danesa, esta entra en la barra, Sergio ni cuenta y corre a seguir a otra q no era ja ja. Hoy ha sido uno de los días mejor planificados, gracias.
Que envidia sana dais, jajajaja, has besado a la sirenita a ver si le salen piernas o algo, jejejeje
Con GPS y perderse es normal. Te has llevado tu DSLR para hacer RAW? Escuchas a Belén cantar? Vamos a descubrir una Nueva Belén que cantante que sacará un disco? o definitivamente deja la 125cc y pide una 1200cc?
Ánimo! que ahora viene la mejor parte, la naturaleza, esa parte inolvidable y bonita.