Jo, no es normal comenzar el día cabreándose. Pero es que la jodida máquina de café del hotel la ha tomado conmigo. Que si ahora no te doy leche, que si la leche que te he puesto en ese espectacular latte macchiatto te la corto para que los cuajos floten en ese café flojucho. Que si ahora que has vuelto a hacer un espresso normal, la leche caliente se ha acabado,… Ah! y a todo esto el café no era para mí. Pues mira, que me ha cruzado el inicio del día.
Para solventarlo, nos hemos ido a dar un último garbeo por el casco antiguo de Estocolmo. Hoy teníamos tiempo, porque la ruta solamente eran 360km casi íntegramente por autovía. Así que no había prisa. ¡Pero cómo estaba Estocolmo de guiris! Ya, no me doy cuenta que nosotros también somos guiris, pero hay guiris y guiris. Los hay que disfrutamos de las ciudades en silencio, de la mano de tu pareja y saboreando cada rincón, y los hay de los que entorpecen al grupo preguntándole a la guía por el significado de las letras «SV» en las alcantarillas de la ciudad… Vamos a ver, mameluco! La «S» será de «Stockholm», no? Y la «V»… pues de «Vassen» o como se diga «agua» en sueco. Pero además… ¿A ti qué carajo te importa lo que signifique? Ya que preguntas, pregunta con algo de inteligencia, que si no se te nota la estulticia! Guiris…
Y nos metemos en faena. 360 kilómetros de autopista que se van volviendo pesados. No hay poblaciones, no hay nada. Solamente bosques de abetos que se hacen eternos. Nada que cotillear, a excepción de los coches que nos van adelantando por nuestra izquierda. Me aburro…
Tras la comida (hoy ha tocado butifarra blanca), a poco menos de 70 kilómetros de Sundsvall, nos desviamos por una carretera secundaria. Hace un rato que voy jugando con el GPS mirando el mapa, y he visto que desviándonos 5 o 6 kilómetros podríamos llegar a alguna población costera. Mola la idea.
Y vaya si moló. Primero, un lago idílico donde una familia se refrescaba ejerciendo de domingueros al huso (excepto que no llevaban tortilla de patatas para comer). Y luego, Hårte. Un bonito pueblito pesquero, con su embarcadero formado por preciosas casitas de madera roja. El agua calma y el sol aún en lo alto. Ha sido quizá uno de los lugares más bonitos de lo que llevamos de viaje. Era tan bonito que hasta la tortuga de ganchillo del llavero de la moto de Belén ha decidido quedarse. Hemos tenido que volver atrás a buscarla. La he encontrado en medio de la carretera, como cuando las tortugas van a desovar cruzando la playa… Y nosotros tres (tortuga incluida) hemos vuelto a la carretera principal por unos cuantos kilómetros de pista, rodeados de esos bosques que veíamos durante tanto tiempo al otro lado de la valla.
Sundsvall era una vieja conocida para mí. Me pasé un par de días volviendo de la expedición Aurora Borealis. Volver a ver sus calles, ahora sin nieve ni hielo, me han dibujado una sonrisa en la cara. Es curioso, porque todo me resulta conocido pero lo veo extraño sin su manto blanco. Es un semi dejà-vu. Así que aprovechando la larguíiiiiisima hora azul de estas tierras en estas épocas nos dejamos llevar por sus calles completamente vacías y cobijadas bajo un precioso cielo azul y esa luna llena grande, la más grande del año, dicen.
Parece que hoy vamos más pronto de lo habitual, así que aprovecharé para descansar y planificar para mañana una improvisada visita a las carreteras secundarias. Porque ahí está la verdad. La autovía es una auténtica mentira.
Que tal se esta portando la derbi?
Lo de la «SV» es bueno, jajajajaja, envidia sana dáis con este viaje.
La Derbi se porta como tiene que ser. Sin rechistar. Ayer miramos niveles, rellenamos aceite y engrasamos cadena.