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Día 17. 9 de Agosto. Tallinn

Hoy ha sido un día duro. Los más de 600 kilómetros recorridos han transcurrido por carreteras generales y autopistas. Bueno, la verdad es que autopista como la conocemos aquí solamente han sido los últimos 150 kilómetros. El resto ha sido por carreteras rectilíneas casi desiertas con el mismo panorama kilómetro tras kilómetro: Lago – Bosque – Bosque – Lago – Bosque – Lago – Lago. Me estresa tener que llegar a una hora determinada. Hoy el límite eran las 16:30, hora que tenía que estar en Helsinki para coger el ferry hacia Tallinn… siempre que hubiera plazas libres… La única diversión que tuve en el camino era intentar leer a tiempo los nombres de las poblaciones que indicaban en los carteles de la carretera. Si habían más de dos, era tarea prácticamente imposible: los nombres finlandeses son de lo más complicados!

Realicé pocas paradas, prácticamente solo a repostar, ya que quería llegar lo antes posible para comprar el billete del ferry y poder visitar mínimamente Helsinki. Al final llegué a eso de las 15 horas, con lo que aún me quedó prácticamente una hora para visitar la capital finlandesa. Es una esperada transición entre las ciudades escandinavas que ya había visto y lo que se espera de una ciudad medio sovietizada: edificios “fríos”, sobrios, repetitivos y monótonos… casi como las carreteras. Se soprendieron la manera que tienen de indicar el número de las casas: mediante un cubo amarillento, otrora blanco, con el número correspondiente, que se supone que se ilumina por las noches.

Helsinki es una cidudad nada agradable para la circulación, ni siquera en moto. Un tráfico que, a pesar de que dista de estar congestionado, es muy lento, posiblemente por una mala sincronización de los semáforos. Asfalto -cuando había- repleto de parches, adoquines completamente desnivelados, calzadas completamente levantadas… un suplicio, realmente. Así que me dio muy poco tiempo de ver la ciudad… realmente fue un suspiro.

En la cola para coger el ferry coincidí con un dicharachero motorista polaco y su pareja. Iban con una BMW R1100GS de hace bastantes años, y venían de la zona norte de Noruega.

– Así que vienes de Cabo Norte, ¿no? -me preguntó.

– Pues sí -afirmé-. Me hizo bastante buen tiempo por ahí arriba -puntualicé, continuando la extendida costumbre entre los desconocidos de comenzar hablando del tiempo.

– Oye, ¿a tí qué te ha parecido Finlandia? -me preguntó casi por sorpresa. Yo no sabía bien qué responder, así que le dije la verdad

– Pues…. monótona -acabé diciendo.

– Yo iba a decir “aburrida”! -me dijo-. Cuando no ves un lago, ves un bosque, y cuando no ves un bosque, te encuentras un lago! -. Sonreí asintiendo. Y es que yo me había llevado la misma impresión.

Tras no pocos problemas para atar la moto -o no sabía cómo funcionaban las cinchas o las que cogía yo estaban estropeadas-, finalmente tuve que pedir ayuda a un fornido marinero estonio, que me ayudó a asegurar la BMW. Dos horas de ferry que se me hicieron bastante pesadas, y finalmente desembarqué en Estonia.

Tallinn se presentaba ante mí con una Ciudad Vieja que me llamaba poderosamente. Antes pasé por el hotel, y me desplacé a cenar a la zona vieja. La verdad es que a pesar de parecer bastante turística, me impresionó gratamente. Se ha merecido ser incluida en la lista de próximas ciudades a visitar.

Hoy he recorrido 618 kilómetros en 6 horas y 36 minutos, a una media de 93,5 km/h. La media de consumo ha sido de 4,9 l/100km. Llevamos 9680 kilómetros. La ruta de hoy, aquí:

The Long Way North. Day 17


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