Hoy hemos hecho de instagramers. Sí, de esos que ponen fotos de lugares idílicos pero que luego cuando vas hay cosas que no te han contado. El lago Bled***, vamos. Estupendas aguas cristalinas, la isla maravillosa con la iglesia, el castillo allá en lo alto… Pero nadie te ha contado que te has de chupar cuarenta minutos de caravana para poder llegar. Y luego ¡busca aparcamiento! Y eso que vamos en moto. Que sí que es precioso y tal y tal. Pero ya he venido dos veces. No me merece la pena otra cola.
Y luego la cosa era entrar en Italia por los Dolomitas***. O más bien rozándolos después de pasar a Austria unas decenas de kilómetros. Ya los vimos en profundidad hace tres años y ahora el objetivo es volver a casa. Pero siguen impresionando. Lástima que en la frontera ha empezado a diluviar.
Bajo la lluvia nos hemos planteado si valía la pena el otro punto programado para la ruta de hoy. Otro lago de instagramer de aguas con mil tonos de verdes y unas magníficas paredes rocosas enfrente. Una pasada que te lleva a los 300 likes fijo. Pero lo que nadie te cuenta es que están talando gran parte de los bosques de abetos de los alrededores, que en el parking hay que pagar (menos mal que a la hora que hemos llegado ya no, y no había nadie, que a horas más normales eso de e estar petado), y que es lo suficientemente pequeño para que piense que es una mierdecilla de lago. Pero no, solo por las fotos que salen chulísimas os sigo recomendando visitar el lago Carezza***.
Pero si no te lo han contado, tienes que ir a Trento***. Y mira que ayer al planificar la ruta no era el plan dormir aquí. Pero cosas de que está carísimo el alojamiento en el Lago di Garda, y que al desviarnos para ver el Carezza íbamos a llegar más tarde han hecho que paráramos a dormir aquí. Y vaya sorpresón. Aquí no se harán fotos los instagramers ( o sí, que de todo hay). Pero ver la espectacular catedral y sobre todo su plaza del Duomo ha sido casi lo mejor del día. Y eso que hoy todo ha sido tres estrellas. Las fotos, mejor mañana de día. Que hemos decidido perder un poco de tiempo en visitarla mínimamente para querer volver. Sobre todo si volveremos a comer unos farfalle con ragú de ciervo.
Lo que más envidia me da ahora mismo…es el plato de pasta.
¡¡feliz regreso!