De la A a la Z: Álava

Con motivo de haber completado la lista de provincias peninsulares recorridas en moto, comienzo aquí un ligero repaso conmemorativo. Desde estas pocas líneas viajaremos una por una a cada una de ellas, remarcando lo que más me ha impactado. Conviene incidir en que esto no es una guía de viaje ni pretende serlo, sino que son ligeros apuntes que, si bien el viajero ávido de experiencias puede utilizar para nuevas ideas en sus rutas, solamente pretende avivar mi memoria. ¿Dispuesto? ¡Comenzamos!

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Álava tiene únicamente un gran fallo: Está demasiado cerca de Zaragoza, nuestra base de operaciones. Eso significa que no le he prestado suficiente atención, y que durante las rutas del fin de semana ha sido un mero lugar donde pasar la noche del viernes. Aún así hemos pasado ratos memorables.

Vitoria, su capital es una ciudad sorprendente con varios puntos de indiscutible importancia. Su almendra medieval es uno de ellos, ya que las estrechas calles muy comerciales están repletas de vida a cualquier hora. La catedral de Santa María (la catedral vieja) estuvo de restauración bastante tiempo, pero creo que es una joya gótica de especial interés. Asómate también a la plaza de la Virgen Blanca, verdadero centro neurálgico de la ciudad. Amplios espacios irregulares, con lugares pintorescos en todos sus rincones. Además Vitoria cuenta con interesantes y sorprendentes murales a todo color en muchos de sus edificios. No te los pierdas! Y para cenar, nada mejor que el restaurante IKEA, donde rodeado de una decoración en madera diseñada por Mariscal te encontrarás sorpresas culinarias de primer nivel en un ambiente muy distendido.

¿Y en el resto de la provincia? Me quedo con la Rioja Alavesa y sus bodegas, donde el diseño arquitectónico se ha empleado a fondo. Bodegas como la del Marqués de Riscal en Elciego o Ysios en Laguardia bien merecen una parada.

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Salto del NerviónLas salinas de Añana también nos sorprendieron, aunque recuerdo que el día fue lluvioso. Múltiples terrazas ascendían por la colina haciendo reposar el agua para extraer sal. A los que venimos de las orillas nos sorprende ver este tipo de instalaciones lejos del mar.

Nuestra asignatura pendiente la tenemos con el Salto del Nervión, en la frontera con Burgos. Dicen que es el salto de agua más alto de la península, pero la única vez que intentamos verlo estaba completamente seco. Así que deberemos volver en alguna época más propicia.

En definitiva, una ciudad sorprendente y una provincia con muchos alicientes, a los que además deberemos añadir un sinfín de carreteritas que pierden entre verdes colinas y los preciosos caseríos vascos.

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